Aguas de Paraguay, bajo amenaza

Paraguay es un país rico en lo que se refiere a agua, pero los cauces hídricos se encuentran bajo constante ataque de las acciones humanas, lo que provoca una acentuada contaminación en ciertos puntos.

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Paraguay es un país rico en cuanto a recursos hídricos, tanto que se puede resaltar que forma parte de la Cuenca del Plata (3.200.000 km2 de superficie), ya que esta abarca todo el territorio nacional, pero también es integrada por otros países como Brasil, Bolivia, Argentina y Uruguay.

También integra la Cuenca del Pilcomayo junto con Bolivia y Argentina, formando así la Tricomisión del Pilcomayo en la que se realizan mediciones de manejo sostenible e integral de los recursos hídricos, así como de cantidad y calidad de agua, expuso el Ing. David Fariña, director de Recursos Hídricos de la Secretaría del Ambiente.

En cuanto a la administración de los recursos hídricos, Paraguay integra el Comité Coordinado Intergubernamental sobre el cual existe un proyecto que data del año 2010 para fomentar el fortalecimiento. Este, a su vez, está compuesto por delegaciones políticas y técnicas que se reúnen cada seis meses para discutir cuestiones de gestión sostenible del agua en la Cuenca del Plata.

En toda la extensión de la referida cuenca “hay entre 38 y 40 puntos de medición –de calidad y cantidad de agua– de los cuales ocho tenemos en nuestro país” y cita Fariña: “Uno en Alto Paraguay, Bahía Negra, zona de Vallemí, San Carlos del Apa, Concepción, Asunción, Ñeembucú y zona del Pilcomayo junto con Argentina”.

Las últimas mediciones realizadas señalan principalmente que las aguas en nuestro país se encuentran en un estado saludable desde una perspectiva general de los recursos hídricos. Esto es un aspecto importante, ya que en la cuestión de análisis existen numerosos parámetros de medición gracias a la Asociación Paraguaya de Recursos Hídricos (APRH), el Cenit -un laboratorio de la Universidad Nacional de Asunción-, la Secretaría del Ambiente (Seam) y otras instituciones como la Itaipú Binacional, encargada de medir la cantidad de agua.

El panorama cambia dependiendo de puntos específicos dentro de nuestro país a los que uno haga referencia. Así, el lago Ypacaraí se convierte en un vivo ejemplo de la contaminación existente. “Es una cuenca bastante presionada por las actividades antrópicas (asociadas) de los seres humanos, principalmente la urbana”, señaló.

Esto, porque dichas actividades traen consigo residuos sólidos y residuos líquidos. Sobre estos últimos se hace referencia a aguas servidas y cloacales. También la actividad pecuaria y agrícola provoca una afectación en el lago de manera “puntual difusa”, atendiendo a que en ciudades como Capiatá, Luque, San Lorenzo, Areguá, Ypacaraí y otras tienen estas labores.

En la década de los ’90, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) había realizado ya un estudio en el lago Ypacaraí cuyo resultado demostró una cierta contaminación de las aguas. El 80% debido a aguas negras y el 20% restante proveniente de fuentes difusas, es decir, que son varias las fuentes.

Así, el mayor porcentaje proviene de las residencias que se encuentran ubicadas en la cuenca del lago y el menor tiene su origen en las industrias, en la producción pecuaria y agrícola, que vierte sus químicos. Ese 20% aporta fósforo y el 80% materia orgánica. Los interventores japoneses, en ese entonces ya habían advertido que “si esto continúa de esta manera y no se tiene una forma de saneamiento adecuado vamos a tener lo que hoy tenemos y efectivamente”, así ocurrió, manifestó el ingeniero Fariña. En síntesis, “la salud ambiental del lago no está en condiciones y su recuperación es a largo plazo”.

Pero para que tal recuperación ocurra, primeramente se deben realizar una disminución de las fuentes contaminantes, y esto debe estar acompañado de un alcantarillado que abarque toda la cuenca, principalmente en ciudades en las que arrojan desechos en los arroyos San Lorenzo y Yukyry que desembocan en el lago Ypacaraí.

En la cuenca del arroyo Pirayú también se halló fósforo, provenientes de industrias, en un porcentaje fuera de los parámetros. Atendiendo a los niveles de contaminación citados, el ingeniero David Fariña señaló que para la recuperación de estos recursos deben trabajar varias instituciones como la Secretaría del Ambiente, el Ministerio de Obras Públicas, Secretaría Nacional de Saneamiento e incluso los municipios de cada localidad.

En cuanto a la situación de los arroyos, estos “no se salvan de la contaminación difusa”, aseguró. Se debe a que actualmente existen muy pocas ciudades en nuestro país que cuentan con un sistema adecuado de alcantarillado sanitario. Entre ellas pueden citarse a Asunción, San Lorenzo y San Bernardino, pero no abarcan toda la zona urbana.

Igualmente, la localidad de Itauguá ya está en proceso de construcción de su propio sistema de alcantarillado; así también Capiatá, que está en proceso de licitación de las obras para contar con dicho mecanismo. Para tales fines, hay apoyos de la Gobernación de Central y los municipios de cada ciudad.

“La ley establece que cuando el alcantarillado pasa por tu calle, uno tiene la obligación de conectarse, pero la gente no se conecta”, porque estos son primordiales para salvaguardar los recursos hídricos. En la capital tenemos ejemplo de arroyos contaminados, como el Mburicaó, el Itay, el Ferreira y otros, a raíz de las actividades antrópicas.

Desde hace un mes, la Secretaría del Ambiente cuenta con un laboratorio con todos los equipamientos necesarios para realizar estudios ambientales. En un principio fue instalado para mediciones de carbono en los bosques, pero también se harán mediciones de agua y suelo. Fue mediante la cooperación japonesa.

Debido a que recientemente se cuenta con esto, no se dispone aún de todos los insumos necesarios para realizar análisis de los cauces hídricos, por lo que actualmente los estudios los hacen Digesa, la Cenit y otros laboratorios privados. “Estamos viendo qué necesidades tenemos para que en nuestro laboratorio se puedan realizar algunas mediciones rápidamente nos puedan decir la situación específica en nuestras aguas”, expuso Fariña.

Hasta ahora se tienen equipamientos que indican las temperaturas de las aguas, así como la cantidad de oxígeno, que nos permite saber cuál componente tiene o le falta al agua. Declaró que desde la Dirección de Recursos Hídricos “hay muchos trabajos que se están realizando. Tenemos una ley de recursos hídricos, pero no así un reglamento. Tenemos varios aspectos técnicos que tenemos que construirlos, pero por sobre todo hace falta recursos humanos y logísticos”, puntualizó finalizando.

Fariña admitió que en la Secretaría del Ambiente tienen algunas limitaciones en cuestión de logísticas para la realización de controles a industrias, pero también explicó que son los propios empresarios quienes incurren en falta al no presentar su informe sobre el impacto ambiental correspondiente.

Indicó que suelen realizar aproximadamente 10 intervenciones semanales a industrias debido a que no presentaron su informe de impacto; posteriormente, se les realiza un sumario. “Existen herramientas jurídicas y legales” con las cuales se pueden hacer cumplir los requerimientos necesarios.

En este punto, aclaró que “el empresario debe presentar su estudio para obtener su ‘licencia ambiental’, que en realidad es una declaración de impacto ambiental, lo que no significa una autorización, sino una declaración donde la Seam evalúa y manifiesta que los términos presentados por el industrial no van a alterar el medio ambiente”.

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