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El 21 de agosto de 2003 empezó para Belén como un día normal. Por la mañana preparó un par de tareas para la facultad y por la tarde fue a clases. No se imaginaba que esa misma noche su vida iba a cambiar para siempre.
Al salir de la facultad –de la sede en Santa Librada de la Universidad Católica– una compañera y sus padres le ofrecieron llevarla a su casa. Aceptó y subió al vehículo. Minutos después, sobre la avenida Félix Bogado, fueron embestidos por un automóvil Peugeot convertible y, desde allí, en su memoria solo quedaron imágenes borrosas.
Tras el accidente, Belén estuvo internada por un mes y medio en terapia intensiva del entonces Centro de Emergencias Médicas (actual Hospital de Trauma). El diagnóstico de los médicos no fue favorable: quedó con dificultades en la motricidad de los miembros inferiores, el ojo izquierdo desviado, las cuerdas vocales heridas por el largo tiempo que permaneció intubada y lo más grave: un 89% de daño neurológico.
Al salir del hospital inició otro proceso complicado y doloroso: tuvo que volver a aprender a caminar y hablar. “Toda mi juventud fue rehabilitación”, comentó.
En su relato, expresa que tanto le costó volver a ponerse de pie que desde que lo consiguió decidió que a todo lugar al que fuera iría caminando. “Muchos jóvenes sueñan con comprarse un auto, piensan que es lo máximo (…) Para mí, poder caminar es muchísimo más importante”, resaltó.
Fisioterapeutas, fonoaudiólogos, cirujanos, todos ellos eran parte de su rutina en pos de salir adelante, según relata.
Caminar y hablar fue un logro inmenso para Belén, pero el desafío mayor que enfrentó –y continúa enfrentando– es que las personas entiendan que, aunque no tenga síntomas visibles, el accidente la dejó con secuelas irreversibles, entre ellas una discapacidad cognitiva.
Las dificultades vinculadas a su condición no impidieron que siga sus sueños. Cuando volvió a caminar y luego de numerosas sesiones de fisioterapia, decidió estudiar portugués. Así fue como llegó al Centro de Estudios Brasileros, donde con tan solo un año de estudio consiguió aprobar el Celpe-Bras -examen para la obtención del Certificado de Proficiencia en Lengua Portuguesa para Extranjeros– que le valió una beca para estudiar en Brasil.
Con mucho esfuerzo viajó al vecino país y fue allí donde descubrió su pasión por el diseño de indumentaria para niños. Según su relato, conoció personas –docentes y compañeros– que la apoyaron e impulsaron a investigar y emprender.
Pero, desafortunadamente, tuvo que abandonar estos estudios debido a que no contaba con los recursos suficientes para solventar su estadía en el extranjero.
Lejos de darse por vencida, buscó alternativas para continuar estudiando y conseguir un título. Esto lo hizo en una universidad local, donde –con la promesa de una adecuación curricular– inició sus estudios en la carrera Diseño Textil.
Fue una largo camino que le tomó 7 años y un sinfín de contrariedades, debido a que en la facultad –pese a los compromisos hechos– nunca adecuaron el currículum y la tuvieron deambulando semestre tras semestre, en intentos por hacer cumplir sus derechos: la posibilidad de estudiar en una universidad inclusiva.
“Las personas si no ven tu discapacidad no te creen. Nunca tomaron en serio mis limitaciones, pese a que tenía certificados y constancias de una psicopedagoga que determinó que tras el accidente quedé con memoria selectiva”, comentó.
Más allá de los obstáculos que se le presentaron, Belén defendió su tesis de grado el 31 de diciembre de 2015. Lo hizo pese a que la facultad no cumplió con las disposiciones legales que establecen que se deben adaptar los métodos de enseñanza para hacerlos accesibles a las personas con discapacidad.
No obtuvo una nota perfecta, pero se siente orgullosa de haber logrado su objetivo, puesto que muchas personas con el 100% de sus capacidades no consiguen lo que ella sí pudo.
El tema de sus tesis –indumentaria infantil apropiada– fue el primer esbozo de lo que se convirtió en su razón de ser: Perchitas, su marca de ropas para niños.
Perchitas, en palabras de Belén , es un sueño hecho realidad. El proyecto que defendió en su tesis cobró vida con la instalación del taller de costura donde poco a poco va dando forma a sus diseños.
Para aprender a utilizar las máquinas industriales, tomó cursos en el SNPP. “Voy perfeccionado las técnicas”, señaló. Además, está a meses de obtener el certificado del idioma inglés en el CCPA.
Poder comercializar sus confecciones es su próxima meta, para lo que necesita encontrar un socio comercial con quien compartir responsabilidades y gestionar los procesos para abrir una tienda.
Belén, con el 11% de posibilidades con que quedó después del accidente, consiguió independizarse, ganarse una beca de estudios, terminar una carrera universitaria, aprender dos idiomas y convertirse en una emprendedora.
Su discapacidad no la limitó; por el contrario, la motivó a aprovechar sus capacidades para cumplir sus metas. “Tenés que apuntar, seguir, seguir, seguir y seguir hasta conseguir lo que te proponés”, manifestó.
Durante su relato, resaltó que ahora se siente con fuerzas para contar su historia para que otras personas con discapacidad pueden ver que con esfuerzo y perseverancia todo se puede. Por otra parte, busca que las discapacidades cognitivas tengan visibilidad para que la sociedad se sensibilice y reconozca tal condición.
Litigio legal contra universidad
Durante los años que Belén cursó su carrera universitaria no consiguió que la institución cumpla con las adecuaciones de la malla curricular que prometió y que están contempladas dentro de convenios tanto con el Ministerio de Educación como con el Senadis, para darles facilidad a los discapacitados para acceder a estudios terciarios.
Más allá de la compensación económica que reclama debido a que sufrió discriminación, marginación y el atropello a sus derechos, Belén busca que la universidad reconozca a las personas con discapacidad y garantice su inclusión en el sistema educativo, además del cumplimiento de todo lo establecido en la Ley 5.136/13 “De educación inclusiva”
“Sufrí tanta discriminación, fuí tan humillada que no encuentro palabras para describir lo mucho que me afectó eso. En mi condición, me trataban de loca en vez de ser empáticos y entender que si algo me costaba más era por mis limitaciones”, sostuvo.
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