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Luego de comer una fruta o terminar un plato de comida siempre quedan algunos residuos, que si no se los da a los animales, suelen ser arrojados a la basura. Según un estudio realizado el año pasado, más del 60% de la basura de la ciudad de Asunción es orgánica, por lo cual no tiene por qué ir a parar a un basurero.
“Eso significa que si hace 50 años nos poníamos las pilas a nivel país, más de la mitad de Cateura podría no existir. Eso hubiese generado un impacto inmenso”, cuestiona Kathy Kelly, miembro de Panambi Reclicla. Este proyecto es impulsado por tres excompañeras de colegio: Kathy, Mariela Solé y Renate Díaz Gill.
Panambi plantea la importación de composteras para empresas y hogares, además del asesoramiento para correcta utilización y la venta del abono generado para las plantas.
Básicamente, un mayor porcentaje de desechos que produce una familia puede reducirse y volverse útil con un sencillo paso: la correcta separación. Por un lado, se deben colocar todos los elementos que no son fácilmente reciclables o reutilizables, como el plástico y los cartones, que pueden ser vendidos o regalados a los recicladores que siempre recorren las calles. Y, ¿qué hacer con los residuos orgánicos? Convertirlos en abono y dar vida.
¿Qué se puede utilizar para el abono?
Cualquier alimento natural, de origen vegetal o animal, puede convertirse en abono. No obstante, se deben excluir los preparados como fideos o aceites. Sí pueden ser utilizados los vegetales, las frutas, semillas, grasas naturales, cafés, restos de huevos, hojas secas, madera y hasta bolsitas de té.
Naturalmente, gracias a la actividad de microorganismos (hongos, bacterias) el suelo es capaz de transformar los desechos y restos orgánicos en elementos nutritivos que son así absorbidos por las plantas en general. Para que estos microorganismos puedan vivir y cumplir su función, necesitan unas condiciones óptimas de temperatura, humedad y oxígeno.
Cabe destacar que la falta de humedad reduce la actividad microbiana, mientras que el exceso de agua provoca asfixia de los microorganismos. Para ajustar el contenido de humedad, se deben revolver semanalmente los residuos, mientras que la temperatura ideal de la compostera debe oscilar entre los 40 y 60°C.
Basuras orgánicas que contaminan
La materia orgánica mezclada con los residuos sólidos urbanos (como los plásticos) se degrada y transforma en un líquido negro y maloliente denominado “lixiviado”, que es contaminante y arrastra sustancias nocivas, tiene compuestos tóxicos y hasta cancerígenos. “Por eso no es que tenemos que tirar nomás nuestras cáscaras de frutas a la calle”, acota Kathy.
Es decir que no solo los plásticos u otros elementos comúnmente considerados más contaminantes deben ser separados y tratados de manera eficaz. Las maderas, los restos de comidas, frutas y verduras tienen que ser colocados en una compostera, para luego utilizarlos como abono para las plantas. O directamente en el suelo, siempre y cuando no entren en contacto con otros residuos.
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Abono listo en 30 días
La joven ecologista garantiza que con las composteras que traerán en los próximos meses no se deberán utilizar lombrices o aditivos para acelerar el proceso de descomposición de la materia orgánica.
En ese sentido, explica que estos depósitos cuentan con perforaciones a los costados, las cuales permiten que el oxígeno ingrese en la medida justa para la degradación natural de la materia orgánica y permita que el abono esté listo en un mes.
Panambi ofrecerá distintos servicios de asesoramiento para la separación de residuos reciclables y orgánicos, de manera a que los mismos estudiantes de colegios o empleados de las empresas realicen el compost. Con el abono resultante puedan alimentar a sus plantas; incluso, este abono podría ser comercializado. Las composteras llegarán desde Medellín, Colombia.
Un mundo mejor para sus hijos
Las predicciones sobre el efecto del cambio climático en el futuro son cada vez más oscuras y Mariela y Renate no podían dejar de pensar en qué le depara a sus hijos si el país sigue con este déficit de disposición final de basuras.
Kathy destaca que cada una siempre quiso trabajar en voluntariados relacionados a la basura y fueron conscientes de que hay mucho por hacer. En ese contexto, Renate cuenta que tenía una compostera que trajo de Colombia y utilizaba para reducir notablemente sus desechos. Con esa idea, nació Panambí.
“Nuestro mayor interés es reducir las basuras y tener un impacto productivo para la ciudad”, destacan las jóvenes. Por ello, buscan crear conciencia sobre la separación de residuos orgánicos y proyectan la importación de las composteras para facilitar ese trabajo a las familias y grandes empresas. “Simplificamos muchísimo el trabajo de los recicladores porque la basura que recibirán ya no tendrá la suciedad de residuos orgánicos (el lixiviado)”, destaca Kathy.