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Buena vibra, carcajadas contagiantes, amor incondicional y una enorme voluntad es lo que trasmiten los integrantes de la Fundación Dr. Payasonrisa, que trabajan con el cuerpo y alma para tratar que la terapia de la risa llegue a todos: pacientes, familiares y personales de un hospital.
Los centros asistenciales están cargados de mucha negatividad y tristeza debido a que las personas que asisten a esos lugares están pasando por momentos difíciles, enfermedades complejas, tratamientos crueles y miles de historias que encierran este tipo de situaciones, como problemas familiares y económicos.
Quizás para algunas personas les parezca chocante ver a un grupo de gente riendo o vestida de manera colorida, pero la verdad es que los doctores payasonrisas, además de llevar algarabía, de acuerdo al tipo de situación son capaces de convertirse en un sustento de apoyo, o simplemente escucha, para el que lo necesite.
“A veces podés sacar una risa a un paciente, ese es el símbolo de que está entusiasmado y que su ánimo está recuperado, a veces el simple hecho de que te mire con ternura o que te haga un gesto es suficiente. Incluso hay niños que se tapan la cara con la sábana, pero algo están expresando, a veces hacen una especie de catarsis también, por eso yo siempre les digo a los voluntarios que todo lo que generemos en los pacientes tiene que ser positivo”, señala Tamara Djundi, directora de la fundación.
La risa lo cura todo
“La risa es sinónimo de bienestar, de que uno está bien, porque tiene que ver con el estado de ánimo, la inspiración de "Patch" Adams (médico estadounidense) a nosotros nos sirvió mucho para iniciar esta revolución de amor, él es médico recibido pero también es clown hospitalario (payaso de hospital), él inició todo esto de la risoterapia, él siempre decía que tenemos que curar el físico y también el alma, él siempre decía: ‘yo soy el loco que cree que la risa lo cura todo’”, recuerda.
Agrega que en esta fundación lo único que la gente va a encontrar es a personas con ganas de reírse y que todos los días sacan su mejor versión. “Es una familia que tiene esas ganas de servir”, expresa.
¿Cuál es el secreto?
Intervenir en este tipo de ambientes no es tarea sencilla, razón por la cual los doctores payasonrisas revelan sus secretos para lidiar con este tipo de situaciones, puesto que no importan los años de servicio, hay situaciones que igual hacen que una persona tan humanizada y sensibilizada con los problemas ajenos se quiebre.
El primer secreto se encuentra en la capacitación, los doctores payasonrisas primero deben pasar por jornadas de capacitación, que pueden ser cinco (en Asunción) o dos bastante intensas (en el interior).
Otro punto se basa en la preparación del día. Los voluntarios saben que para el día de la intervención en algún lugar tiene que llegar bien descansado y tratar de pensar de manera positiva ya desde que se dirige al lugar. “Porque los que pensamos lo trasladamos”, subraya.
Puntualidad. Los voluntarios normalmente llegan una hora antes de la intervención, se reúnen en el estacionamiento o en algún lugar que ya conozcan del nosocomio para hacer un círculo de oración, ejercicios para desarticular, relajarse y armar parejas a través de dinámicas de juegos, ya que normalmente entran de a dos por habitación. “Cantamos una canción específica o practicamos las temáticas; por ejemplo, si nos vamos vestidos de superhéroes ya sabemos qué hacer, o cuando nos disfrazamos de animales. Hay temáticas diferentes y hacemos círculos de energía”, cuenta Tamara.
Una vez en el sitio, el secreto está en trabajar con la mirada. “No es lo mismo observar que mirar bien con el corazón. Uno puede ver que hay mucha gente en el hospital, pero si mirás bien podés ver lo que estaban sintiendo, ahí podes generar esa empatía que tanto estamos buscando. Yo les digo que siempre tengan los sentidos bien abiertos, porque ahí vos vas a saber qué hacer con un paciente, ahí comienza la improvisación –siempre guiada con las herramientas que aprendiste en tu formación–”, testifica.
“Se trata de la actitud de escucha, el respeto por sobre todo y el cuidado. Nosotros no vamos a ser los protagonistas sino a generar bienestar en el paciente. Siempre viendo como nos reciben”, enfatiza.
“Si le encontrás a una mamá llorando en el pasillo y vos te vas gritando, eso no le va a hacer bien, a veces te nace decirle un versículo o alguna palabra de aliento. Cuando estamos vestidos de payaso nos sale nuestro niño interior, no hablamos como niños, sino que damos apoyo, entusiasmo, pero todo depende mucho de la situación”, refiere.
¿Qué es lo más difícil de llevar alegría en medio de tristezas, preocupación y desesperanza?
La directora de la fundación explica que todo tiene un proceso, ya que a medida que uno va teniendo más intervenciones, se fortalece más. “Nosotros manejamos una psicología de payaso hospital donde te muestra ciertas actitudes que debés tener ante ciertas situaciones y qué no hacer, pero al comienzo sí te choca, mucho más cuando vemos niños que están combatiendo con un cáncer, ver a niños pequeños de dos o tres años, te quiebra”, advierte.
Relata que en una ocasión en el Hospital Acosta Ñu encontraron a dos mamás que estaban llorando en el pasillo, porque sus hijitos estaban en las sala adonde no se podía pasar. “Nosotros hicimos un círculo, les abrazamos y oramos con ellas, desde afuera nos quedamos ahí saludándoles a los niños, el simple hecho de que ellos nos hayan visto cambió ese momento y yo me quebré, me fui todito, fue un momento espiritual en que me conecté con el paciente”, acota.
¿Qué hacés entonces? Para Tamara la respuesta es parar un segundo para volver a impulsarse. “Siempre les digo: ‘cuando te quebrás tenés que salir, sacate la nariz, respirá y empezás de nuevo, porque vos viniste a cambiar el mundo de ellos, aunque sea un instante de su vida’”, admite.
Para Ana Irala, más conocida como la doctora Locura (Lo cura todo), ir donde están los niños prematuros y en el área de oncología son los lugares más sensibles.
Compartir para contagiar, no para figuretear
El entusiasmo de los payasonrisas se puede sentir cuando hablan de lo que hacen y en cada palabra que refieren el amor con mucho énfasis. “Yo soy testigo de que no hacen voluntariado porque quieren ser figuretis, son gente que ama lo que hace, todos tenemos siempre con nosotros nuestra nariz, nuestra bata, un juguete, lo único que ya nos falta es una sirena. Después tenemos todo, hay todo, tía”, sostiene entre risas la directora de la organización.
Cabe resaltar que los payasonrisas se dividen por grupos, de logística, comunicación y los que intervienen directamente, así también le ponen nombres amistosos a cada voluntario, como es el caso de la doctora Cachete.
Tamara relata que hace poco hicieron una capacitación en una empresa que consistió en entrenar a los empleados. “Ahí estaba la doctora Cachete, contaba la gerente que ellos ven siempre a Cachete que postea todo lo que ella hace y que ellos también querían ser parte de esa revolución de amor, les contagió a sus compañeros, me sentí superorgullosa porque ellos están trasladando en sus trabajos también, después de eso ellos vivieron la experiencia en el hospital y fue increíble”, rememora.
Días de visita
Las visitas sonrisa son los sábados a partir de las 14:30 y los domingos a partir de las 9:30. También hacen intervenciones exprés nocturnas y mañaneras, que dependen de la disponibilidad de horario de los empleados.
Esas visitas exprés son más personalizadas y siempre el trabajo se realiza en pareja. Además tienen misiones sorpresas en determinados meses, en los cuales cumplen sueños de los niños, por ejemplo si nunca festejaron sus cumpleaños o quieren conocer a alguien.
En agosto realizaron la maratón por el Día del Niño, en setiembre la temática es el día de la primavera y las flores, en octubre el mes rosa, mientras que en noviembre y diciembre ya se abocan a la maratón de Navidad, año nuevo y Reyes.
Empezó como una tarea extra y se convirtió en todo
Tamara Djundi en su carácter de actriz fue experimentando el papel de clown hospitalario desde el 2003, pero desde noviembre de 2011 se decidió a formar nuevos voluntarios y generar estos voluntariados profesionales con doctores payasonrisas entrenados para hacer esta labor en los hospitales. Desde entonces se formaron 650 voluntarios, de los cuales ahora están activas alrededor de 200 personas.
Desde abril de este año la organización, que en noviembre cumple ocho años, pasó a constituirse en una fundación. En junio de este año fue declarada de interés de la salud por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS).
Tienen una sede, además de Asunción, en Pedro Juan Caballero y Ciudad del Este. “Yo soy profesora de artes escénicas, lo mío es trasladar a la salud, cuando empecé como un voluntariado. Dije ‘esto quiero hacerlo toda mi vida’, encontré lo que me apasionaba y durante todos estos años hacía a la par mi vida profesional: cumplía horario y seguí liderando la organización, pero algo dentro de mi corazón me decía que esto tiene que progresar”, confiesa.
Entonces decidió renunciar a su trabajo y tres meses después salió la declaración de fundación. “Aposté a realizar este sueño que es de toda la familia payasonrisa, porque cuando vos tenés un sueño tenés que trasladarlo a la acción, por más de que veas que el escenario no es motivador, vos tenés que avanzar si creés”, anima.
Por su parte, la doctora “Locura” explica que su historia en la fundación empezó de manera triste. “Tras el fallecimiento de mi mamá, fui buscando dónde depositar ese amor que de repente uno no tiene dónde poner; me anoté para acompañar, empecé como logística, estuve acompañando a los doctores payasonrisa y en octubre entré a una visita y de ahí ya no paré”, expresa.
Comenta que si bien ella es funcionaria bancaria, la fundación se convirtió en todo para ella.” La realidad es que la fundación está 24 horas al día en tu cabeza, cuando entrás al grupo payasonrisa ya no podés salir, aunque no tengas mucho tiempo”, destaca.
¿Qué necesitás para ser voluntario de payasonrisa?
Para ser voluntario payasonrisa solo tenés que tener ganas de invertir tu tiempo para animar a otras personas que están luchando contra alguna enfermedad. Tenés que tener ganas de desdramatizar el mundo de cualquier persona, no solo en el hospital sino en las comunidades, hogares o en cualquier parte, para lo cual también la fundación tiene programas.
Capacitaciones para humanizar la atención hospitalaria
La fundación no pretende llevarse el rédito de ser exclusivo en transmitir alegría, pretende contagiar esto a todos los personales de blanco, por eso también lleva a cabo jornadas de humanización para trasladar la calidez en la atención hospitalaria. Realizará actividades con dicha temática en varios puntos del país e incluso cruzando un poco la frontera hacia Brasil y Argentina.
“Tenemos prevista una capacitación en el Hospital de Barrio Obrero porque el director es un innovador en eso de la humanización, él quiere que le capacitemos a todos sus funcionarios, estamos generando ese semillero y de ahí de a poco ir trabajando con un payapadrino”, afirma Tamara.
Sueños de seguir creciendo
Uno de los objetivos es que las intervenciones sean ininterrumpidas y que haya un doctor payasonrisa en cada hospital. Además pretenden tener un centro donde congregarse, puesto que hasta el momento solo se reúnen en los estacionamientos de los hospitales.
También desean tener “payamóviles” para llegar a más lugares del país. Hasta la fecha los voluntarios de esta fundación se han manejado con fondos propios y a través de alianzas con empresas para conseguir juguetes o algunas donaciones directas para las actividades.
“Nosotros la otra semana recién vamos a tener nuestro RUC, nuestra cuenta bancaria, y ahí sí vamos a poder recibir ayuda monetaria, pero en el mes de agosto pudimos comprobar el apoyo más comprometido de las empresas que nos donaron juguetes; ayer una empresa nos dijo que el próximo año vamos a estar como Responsabilidad Social Empresarial dentro de su presupuesto, estamos tocando puertas para tener los payapadrinos porque cada visita tiene un costo y hasta ahora lo estamos sosteniendo con nuestros propios medios o a través de alguna actividad”, admite la encargada de la fundación.
Una actividad que te cambia la vida
Tamara afirma que los voluntarios siempre están muy predispuestos, porque afirma que una vez que “te picó el bichito payasonrisa”, ya querés estar en todas. Su consejo es administrar las actividades para no colapsar, teniendo en cuenta que son seres humanos que trabajan mucho con las emociones.
“En realidad este voluntariado te cambia más a vos, te transforma la vida, aprendés a tener más sensibilidad, a valorar la vida, a valorar más los momentos. Ellos saben que ese cambio transformador tienen que trasladar no solo en las visitas sino en la vida misma, todos los voluntarios tienen esa esencia; eso que trasladan en los hospitales, trasladan en la vida”, testimonia.
“Sentir que uno está dando ese ánimo en esos 10 o 15 minutos que estamos con ellos, es como que ellos se olvidan de su problema y renuevan sus esperanzas; eso es grandioso, uno llega con el corazón lleno, recibe mucho más de lo que uno puede darles”, concluye Ana Irala.