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El combate a la inseguridad y la violencia sigue siendo una materia pendiente del Gobierno Nacional, a pesar del compromiso de las anteriores administraciones de poner “mano dura” a estos flagelos. La falta de políticas eficientes para combatir los problemas de la pobreza, el desempleo y subempleo, el consumo de estupefacientes y la masiva migración hacia los centros urbanos han permitido el auge de la delincuencia a través del surgimiento de nuevas modalidades delictivas o la consolidación de otras. El hacinamiento de las cárceles es un reflejo de esta situación.
Datos estadísticos manejados por las Naciones Unidas y el Observatorio Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana señalan que la tasa de asesinatos descendió en nuestro país durante los gobiernos de Fernando Lugo (2008-2012) y Federico Franco (2012-2013).
Según los estudios, la tasa de homicidios en 2008 era de 13,21 por 100.000 habitantes, y en 2012 bajó a 9,46. Conforme a las fuentes, el arma de fuego sigue siendo el elemento más utilizado para la consumación de este delito, por encima del arma blanca o contundente.
No obstante, la tasa de victimización aumentó, conforme a dos encuestas elaboradas por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos en 2008 y 2011. En el último año citado, el 23,1 por ciento de los encuestados manifestaron haber sido víctimas de algún delito, en comparación al 20,7 por ciento del anterior.
Seguridad vial
Controlar el creciente número de fallecidos y lesionados en accidentes de tránsito es otro desafío que debe afrontar el nuevo gobierno, principalmente en el caso de las motocicletas, en que Paraguay tiene uno de los más altos índices de decesos en el mundo.
Estadísticas manejadas por la Policía Nacional demuestran un progresivo descenso en los dos primeros años del período presidencial 2008-2013. Sin embargo, a partir del 2010 las cifras volvieron a incrementarse.
En el caso de los percances en motocicletas, el promedio de fallecimientos por día creció con el transcurrir de los años, de 1,29 en 2008 a 1,83 en 2012. Entre enero y julio de 2013, el promedio es de 1,15 decesos por día.
La seguridad vial no es un problema exclusivo del Gobierno. Los antecedentes culturales de la población también contribuyen a su expansión, a través de la imprudencia en la conducción de vehículos, la ingesta de alcohol y la desobediencia de las reglas y señales del tránsito.
“Motochorros”
Una de las nueva modalidades delictivas que más han cobrado vigencia en el ámbito urbano en los últimos años es, sin duda, la de los “motochorros” o “motobandis”. Estos delincuentes, por lo general, operan de a dos y se movilizan en motocicleta. Seleccionan primero un objetivo, luego el conductor se acerca a la víctima, mientras que el acompañante le encañona con un arma de fuego y le intima a la entrega de su dinero, celular u otros objetos de valor.
Cuando se trata de extracción de una fuerte suma de dinero de una entidad, estos asaltantes cuentan también con la colaboración de un campana –ya sea un funcionario bancario o guardia de seguridad–, que los mantiene al tanto para lanzarse a su objetivo y consumar el golpe.
“Tortoleros”
En los últimos años también se han acrecentado las bandas de “tortoleros”, malvivientes dedicados a sustraer dinero, maletines, bolsos y otros objetos desde el interior de un vehículo estacionado.
Anteriormente, eran delincuentes de clase baja que quebraban las ventanillas de los rodados para robar los equipos de autorradio y venderlos a los reducidores. Ahora, en la mayoría de los casos se trata de jóvenes de clase media, universitarios y sin antecedentes, que buscan la “plata fácil”.
Estos maleantes suelen operar entre cuatro, pero no siempre con el mismo grupo. También tiene sus contactos con propietarios u empleados de playas de vehículos, quienes les alquilan los rodados por una noche o un día para cometer sus delitos. Luego venden lo robado a reducidores o canjean por drogas a los microtraficantes.
En caso de ser atrapados, cuentan con la complicidad de un abogado, fiscales o agentes de la Policía Nacional, quienes a cambio de dinero se encargan de tramitar su pronta libertad y la eliminación de antecedentes de su legajo.
“Robamotos”
Los maleantes dedicados al robo de vehículos han cambiado de objetivo en los últimos años. Han sustituidos los rodados de cuatro tracciones (automóviles y camionetas) por las motocicletas. Esto se debe a que es el medio de transporte más popular en el país, además de su fácil adquisición.
Los métodos van desde el “levante” hasta el asalto a mano armada, y una vez que se apropian del biciclo, lo llevan hasta un “aguantadero” para su desarme y posterior venta de sus piezas.
Cárceles colapsadas
La superpoblación en los centros penitenciarios del país es un problema que requiere de urgente solución. El número de convictos hacinados en la cárcel de Tacumbú orilla la cifra de 4.000 para una capacidad de albergue de 1.200 internos. Pero también se reportan situaciones similares en los reclusorios del interior del país.
Una solución transitoria surgida a instancias del Ministerio de Justicia y Trabajo fue el traslado semanal de 40 reclusos de Tacumbú a la cárcel de máxima seguridad de Emboscada, que continúa en construcción. Sin embargo, el número de ingresantes diarios duplica a los que recuperan su libertad, lo que obliga a los internos con menos posibilidades a refugiarse en improvisadas carpas de lona, sábanas y colchones erigidas en los pasillos. De ahí, su nombre de “pasilleros”.
Centrales sindicales advierten que se debe respetar la ley
Respeto a la libertad sindical, cumplimiento de las leyes laborales y una política salarial que garantice los reajustes: estas seguirán siendo las reivindicaciones de los trabajadores al nuevo gobierno.
Según el sindicalista Juan Torales, de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), Horacio Cartes no tendrá problemas con los sindicatos si respeta las leyes laborales.
Para el dirigente, el nuevo presidente debe implementar una política de empleo decente e impulsar un diálogo social con los sindicatos hacia un proyecto país. Aclaró que si trabaja hacia esa dirección tendrá apoyo, pero si persiste en la postura de que los sindicatos no deben ser obstáculos para el desarrollo del país, encontrará enfrente a sectores que reclamaron los derechos laborales.
“Los sindicatos no queremos ser obstáculos; al contrario, siempre hemos planteado soluciones a los problemas estructurales del país. Queremos una modificación sustancial en la política económica para luchar contra la pobreza, generando empleo digno, y para eso se debe apostar por un modelo inclusivo y no por el neoliberalismo, que dice que hay crecimiento económico constante; sin embargo, los beneficios no llegan a los sectores más necesitados”, remarcó.
Recomendó a Cartes trabajar en reactivar las empresas y procesar la materia prima que produce el país, pues solo así se generarán puestos de trabajo. “Si sigue privilegiando al sector agroexportador, latifundista, ganaderos y especulativo financista, la clase humilde y los trabajadores seguirán sufriendo la pobreza y la miseria”, sostiene. Insistirán en una nueva política para reajuste de salarios.