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Fueron varios los factores que erosionaron el poder de nuestro último dictador e hicieron posible su caída. La situación económica suele tener consecuencias que se esparcen sobre todas las áreas de la sociedad, incluida, por supuesto, la política. En la última década de la dictadura, la economía paraguaya padeció terriblemente: inflación, deuda externa en aumento y desempleo.
A esto hay que sumar un cambio muy importante a nivel internacional. Durante las primeras décadas de su gobierno, Stroessner recibió un fuerte apoyo de Estados Unidos. A cambio de reprimir el comunismo y mantener al menos una leve apariencia de democracia a través de elecciones fraudulentas, Estados Unidos proporcionó al gobierno de Stroessner donaciones, grandes préstamos, apoyo técnico y diplomático. A fines de la década de 1970, asumió la presidencia de aquella potencia, el demócrata Jimmy Carter, que dio un giro a la política estadounidense con respecto a la región. En vez de apoyar a las dictaduras anticomunistas, Estados Unidos les soltó la mano y empezó a ejercer presión sobre ellas, haciendo reiterados reclamos para que se respeten los derechos humanos.
También, apareció otro problema al dictador paraguayo: empezaban a producirse fuertes divisiones dentro del Partido Colorado y su entorno más cercano. Dos grandes movimientos internos se formaron dentro del coloradismo. Uno de ellos, los llamados “militantes”, eran los más allegados a Stroessner, y se convirtieron en el poder detrás del poder, acaparando cada vez más influencia. El otro sector, los “tradicionalistas”, colorados y militares con abolengo colorado, se sentían desplazados de los espacios de poder y por ende de algunos negocios vinculados al mismo.
Estas dos fuerzas chocaron en 1987. La convención partidaria se reunió y se impusieron slos “militantes” en la conducción de la Junta de Gobierno, el conocido “Cuatrinomio de Oro”, conformado por Mario Abdo, los ministros Adán Godoy Jiménez, Justo Eugenio Jacquet, y Sabino Augusto Montanaro. A partir de esa fragmentación, apareció el personaje clave para conspirar contra Stroessner, el General Andrés Rodríguez, jefe de la Caballería, la unidad militar con mayor poder de fuego en el país. Rodríguez simpatizaba con los tradicionalistas, pero sus motivaciones eran otras, como evitar su inminente pase a retiro, y vengar el cierre de uno de sus negocios más importantes, la Casa de Cambios Guaraní.
Desde la oposición también se ejercía presión. Después de mucho tiempo de estar dividido, el Partido Liberal se unió bajo el liderazgo de Domingo Laíno. Tiempo después, se creó el Acuerdo Nacional, una coalición de todos los partidos y sectores de oposición, excepto el comunismo. La oposición estaba cada vez más organizada y realizaba grandes manifestaciones contra el régimen, muchas veces con el apoyo de la Iglesia Católica, que ofrecía sus espacios para reuniones, atacaba conductas del gobierno en sus sermones, e incluso excomulgaba a sus referentes.
Con todos estos ingredientes, la suerte de Stroessner estaba echada, a su larga dictadura que estaba por cumplir 35 años, le llegó la hora. Entre la noche y madrugada del 2 y 3 de febrero de 1989, los tanques de la Caballería lograron vencer la resistencia de los leales del general. La historia cambiaba otra vez a través de las armas, después de mucho tiempo. Esperemos que haya sido la última.
Escuchá el relato sobre estos hechos de la mano de los historiadores Fabián Chamorro y Enrique Cosp.
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