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Una gran cantidad de indígenas se instalaron en la plaza Defensores del Chaco, a orillas del contaminado arroyo Ortega de Caacupé, donde ofrecen a la venta productos artesanales y animales silvestres.
En el espacio público, los miembros de la parcialidad ofrecen sus objetos artesanales, pero entre ellos también tienen animales vivos, algunos en peligro de extinción, siendo las aves las principales.
Un tucán era ofrecido en G. 300.000 y varios loritos, sin todas las plumas, se ofertaban entre G. 40.000 y G. 50.000. También se ofrecían al público los ñakurutú, que son un tipo de lechuza muy pocas veces vista en estado salvaje.
Los animales estaban en cartones, jaulas cubiertas o a la intemperie, sin los más mínimos cuidados. Muchos no tenían agua ni alimentos.
La ley 96/92 “De Vida Silvestre” establece la prohibición de la caza, transporte, comercialización, exportación, importación y reportación de todas las especies de la fauna silvestre, así como sus piezas y/o productos derivados que no cuenten con la expresa autorización de la autoridad de aplicación, en este caso de la Seam.