La relación entre el expresidente Horacio Cartes y el “doleiro do doleiros”, Darío Messer, es una hermandad forjada en la clandestinidad. Primero fue la familia Messer la que acogió a Cartes cuando estaba prófugo de la Justicia paraguaya por tráfico de divisas en los años ’80. Casi tres décadas después, el exmandatario devolvería el favor.
La mañana del martes 19 de noviembre se vería precozmente convulsionada por una noticia sin precedentes: Brasil había emitido una orden de captura contra el expresidente Horacio Cartes, acusándolo de colaborar con su “hermano del alma” mientras este se encontraba en la clandestinidad.
Como parte del denominado operativo “Patrón”, la Fiscalía Brasileña expuso pruebas contra Cartes y otras 17 personas. Entre esas evidencias se destaca una carta manuscrita por Messer al expresidente Cartes. En ella le solicitaba unos US$ 500.000 para solventar su estadía en la clandestinidad.
La defensa del expresidente -tanto jurídica como política- rápidamente saltó ante la posibilidad de que dicha orden de prisión preventiva fuera cumplida. Senadores, diputados y hasta hurreros salieron al paso de las acusaciones e inmediatamente brindaron su apoyo a HC. Incluso, el presidente del Congreso, el senador Blas Llano (PLRA), salió a advertir que ya sea como senador vitalicio o como electo y proclamado, Cartes tenía fueros y por tanto no podía ser detenido y enviado al Brasil.
Un equipo jurídico contratado por Cartes viajó hasta el vecino país, donde rápidamente accionaron para tratar de revertir la orden de detención e, incluso, anular las acusaciones en su contra. Con una medida cautelar, logró levantar provisoriamente el pedido de prisión, pero solo hasta que se defina el habeas corpus que plantearon sobre el pedido de fondo, que es desestimar la denuncia.
Los esfuerzos de Cartes no solo se enfocaron en anular la causa en Brasil, sino en tratar de mantener la investigación en Paraguay, que normalmente es conocida por ser menos incisiva que la de otros países, cuando a personas con poder político y económico se refiere.
No es tanto lo que se investiga como lo que no
La Fiscalía paraguaya tardó pero, finalmente, reaccionó ante las acusaciones que estallaron por todas partes y que inicialmente parecía no percibir. Recién un par de semanas después de que sus pares del vecino país emitieran la acusación y pidieran la captura de Cartes, la Fiscalía abrió un proceso en Paraguay por supuesta asociación criminal, frustración a la persecución penal, tráfico de influencias, lavado de dinero y cohecho pasivo agravado.
Sin embargo, hasta ahora, la justicia local no avanzó en nuevas diligencias y no hace más que levantar sospechas de que el caso podría quedar dormido como la primera investigación que involucró a Messer y a Cartes. Es que esta nueva acusación es solo una mancha más que se suma a la larga y turbia historia de esta cofradía.
Muchas sospechas y graves acusaciones están pendientes de investigación por parte de la Fiscalía local sobre los rastros de Darío Messer durante su estadía en Paraguay y las actividades ilícitas que se perpetraron incluso a través de bancos públicos, cuando aún Cartes era presidente. También a través del banco privado del exmandatario.
La Comisión Bicameral Especial del Congreso que analizó el caso Messer logró determinar la manera en que el “doleiro dos doleiros” utilizó todo el sistema bancario local para lavar dinero, ante la inacción de las autoridades de control del Gobierno -liderado entonces por Cartes-, como la Secretaría Nacional de Prevención de Lavado de Dinero (Seprelad).
La dama de los bolsos de colores
Luego de culminar un periodo como diputada, Cynthia Tarragó ya apuntaba ambiciosamente a su siguiente objetivo político: la intendencia de Asunción. Su campaña se frustraría antes de comenzar. En medio de uno de sus habituales viajes a Estados Unidos fue detenida por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Una minuciosa investigación que duró más de un año permitió la captura de quien para la sociedad paraguaya era una presentadora de televisión que había logrado acceder a un puesto político en la Cámara Baja. Fuera del ojo público, operaba para lavar dinero sin importarle que proviniera del narcotráfico. Incluso, en cuatro ocasiones, se ofreció ella misma -junto con su esposo- para vender cocaína en Estados Unidos.
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La historia se inició en marzo de 2018, cuando un agente del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos, haciéndose pasar por un interesado en lavar dinero del narcotráfico, contactó por e-mail con la entonces diputada Cynthia Tarragó.
La entonces legisladora y su esposo Raymond Va viajaron a Nueva York en noviembre del año pasado. Estando hospedados en el NY Hotel tuvieron contacto personal con un agente encubierto del FBI y este les indicó su supuesto interés en lavar dinero del narcotráfico.
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Días después, mantuvieron otra reunión con el mismo agente, con el que dialogaron durante un viaje alrededor de Jersey City. En esa charla, las aspiraciones criminales de Tarragó y su esposo fueron en ascenso. No solo establecieron su comisión por lavar el dinero, sino que propusieron vender incluso droga.
Detallaron cómo en Paraguay pueden obtener “marihuana y cocaína barata” y ofrecieron proveer la red para hacer llegar las drogas hasta los Estados Unidos.
Va también describió a Paraguay como un país “fuera del radar” de los Estados Unidos en lo que se refiere a lavado de dinero. Tarragó sugirió utilizar la palabra clave “remeras” para referirse al porcentaje que exigían por lavar el dinero. La base era quedarse con el 15%, aunque Tarragó incluso ofreció bajar su comisión si los montos a lavar eran grandes.
A modo de prueba, los agentes del FBI entregaron unos US$ 10.000 que, de lavarse exitosamente, permitirían realizar una segunda operación de US$ 300.000, acuerdo que se cerraría en Miami, Florida. Luego de contar los US$ 10.000, Tarragó y Va guardaron el dinero en efectivo en un bolso negro. También acordaron formas de crear facturas falsas en el caso de ser investigados.
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El 21 de noviembre de 2018, ya desde Paraguay, se concretó el blanqueo de los US$ 10.000. Tarragó depositó en una cuenta a nombre de una agente encubierto el dinero blanqueado. Con su primera transacción exitosa, en diciembre acordó su segunda operación de lavado. Los agentes propusieron lavar unos US$ 100.000, pero Tarragó quería más y le recordó que previamente habían hablado de que serían US$ 300.000, así que le preguntó al agente si podía conseguirlos.
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La mañana siguiente, un 10 de diciembre, el agente encubierto entregó a la política colorada los US$ 100.000 en efectivo en un bolso rosado en un hotel en Miami, Florida. Tarragó y Va tenían otro cómplice en Paraguay, Rodrigo Alvarenga, a quien vía mensajes de WhatsApp el esposo de Tarragó le preguntó si tenía los datos de la cuenta a la cual girar el dinero lavado. Este le envió una captura de pantalla con el número de cuenta y Va respondió con emojis de emoción.
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Alvarenga le consultó el monto que debían depositar y Va respondió: “85”, es decir, ellos se quedaban con US$ 15.000 de los US$ 100.000 que llevaron en aquel bolso rosado. Sin embargo, Tarragó se mostró como mejor negociadora. Le dijo a Alvarenga que restara además US$ 3.000 de la parte de los estadounidenses para su comisión. Ella informó vía mensaje de texto a su supuesto cliente que la comisión sería está vez del 18% y no el 15% inicialmente acordado.
Al día siguiente, 11 de diciembre, Alvarenga volvió a reconfirmar con Tarragó los montos de la transacción. Ella respondió que 82 (mil dólares) tienen que ir a la cuenta (de los “clientes”) y “3 (mil) son tuyos". Alvarenga cumplió la orden y depositó en la cuenta de uno de los agentes encubiertos primero US$ 75.000 y al día siguiente US$ 10.000. El dinero fue depositado en cuentas hasta el 4 de febrero.
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El 6 de febrero, el agente encubierto propuso vía llamadas telefónicas los tan deseados US$ 300.000 por los cuales Tarragó insistió tanto. Utilizó la palabras claves “300 remeras” y “paperwork” (papeleo), refiriéndose al dinero y a las facturas falsas para justificar la anterior transacción de US$ 100.000.
Al día siguiente, Va y Alvarenga y otros cómplices rápidamente alistaron todo lo necesario y dos días después, el 9 de febrero, Tarragó y Va ya se encontraban de vuelta en Miami con los agentes encubiertos. Presentaron facturas fraudulentas para justificar la anterior transacción, pero solo por US$ 50.000 que eran supuestamente en concepto de “estudio de viabilidad del mercado”, la fachada con la que lavaban el dinero. En ese encuentro, Tarragó y Va insistieron en su posibilidad de traficar cocaína desde Paraguay.
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El 20 de febrero se hizo entrega de varios bolsos de dinero: específicamente US$ 343.000, de los cuales los US$ 300.000 iban distribuidos en dos bolsas grandes y US$ 13.000 en un bolso amarillo. Tarragó y Va afirmaron que para poder lavar esa cantidad de dinero debían permanecer más tiempo en Florida, lo que tendría un costo adicional de unos US$ 10.000. Volvieron a insistir en su posibilidad de exportar cocaína desde Paraguay.
Días posteriores, en marzo, Va y Alvarenga acordaron la manera en que recogerían el dinero, que era entregado en montos menores. Alvarenga aclaró también que los cómplices que recogerían el dinero tendrían una comisión del 3% aparte de lo que le correspondía a él.
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Entre el 15 y el 22 de marzo, el dinero ya lavado fue depositado en las cuentas, un total de US$ 290.000 de los US$ 343.000 entregados. En todo ese tiempo, Tarragó y Alvarenga discutieron formas de justificar el dinero, creando facturas fraudulentas.
El 29 de mayo se produjo otra reunión entre los agentes encubiertos y Tarragó y Va en el hotel en Florida. En esta reunión, los supuestos jefes afirmaron que existían problemas con algunas facturas para justificar el dinero lavado. Tarragó lo admitió, pero les aseguró que al día siguiente les entregarían las facturas fraudulentas corregidas y volvieron a insistir en venderles cocaína, por cuarta vez.
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En la siguiente reunión, el 29 de mayo, afinaron detalles de las facturas falsas y volvieron a entregar otro bolso con dinero. Esta vez, Tarragó recibió un bolso azul y amarillo conteniendo unos US$ $340,280, de los cuales US$ 300.000 eran para lavar y el resto, para la comisión y gastos de la estructura liderada por la hasta entonces parlamentaria. Ese mismo día, va mantuvo reuniones en el lobby del hotel con varias personas no identificadas, en las que se observa el bolso azul y amarillo.
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Luego, entre junio y noviembre de este año se realizaron todos los depósitos referente al dinero lavado, ya sin la comisión obviamente. Se depositaron en las cuentas vigiladas unos $294.800.
El 21 de noviembre, Tarragó y Va volvieron a Florida con la intención de realizar una nueva transacción y arreglar el papeleo, pero ya fueron detenidos por las autoridades estadounidenses.
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Desde su detención, Cynthia Tarragó y su esposo siguen presos y aún no se ha fijado una audiencia para ellos, pero su panorama es realmente oscuro, ya que la justicia estadounidense estipula que por los crímenes que se les atribuyen podrían incluso pasar hasta 20 años en prisión por conspiración para lavar dinero. Si esta condena se confirma, implicaría que la compatriota recuperaría su libertad a los 60 años de edad.
El caso Tarragó abrió una puerta y permitió que el FBI trabaje muchos más de cerca en nuestro país y esto ya trajo sus primeros resultados.
Indeseables, vetados por “significativamente corruptos”
Una sanción nunca antes vista en nuestro país sorprendió casi a fin de año. Dos ex autoridades nacionales fueron vetadas de por vida para ingresar a los Estados Unidos, sanción que -según destacó el Departamento de Estado de ese país- se daba por considerar “significativamente corruptos” a ambos: el exsenador Óscar González Daher, un “árbol conocido por su frutos”, con causas penales abiertas en su contra, y el ex fiscal general del Estado Javier Díaz Verón, también investigado. Ambos se encuentran actualmente con prisión preventiva. La sanción se hace extensiva a sus cónyuges y descendientes.
“El Departamento de Estado designa a dos ex funcionarios paraguayos debido a su participación en hechos de corrupción significativos: al expresidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) y exsenador de Paraguay Óscar González Daher y al ex fiscal general de Estado Javier Díaz Verón”, rezaba el comunicado difundido por la Embajada de los Estados Unidos en nuestro país sobre la determinación asumida.
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En pocas palabras, la justicia tarda en llegar, pero llega. Y a veces lo hace desde lugares inesperados más allá de la frontera.
Pero llega.