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El Dr. Pablo Lemir, médico forense del Ministerio Público, es -puede que contra su propia voluntad- un personaje mediático, a fuerza de conferencias de prensa. Si alguien es asesinado es probable que su cadáver termine en una camilla de metal en la morgue donde él comanda las autopsias. A lo largo de su vida profesional ha sido testigo de los horrores más difíciles de imaginar. Desde esa posición puede hablar con propiedad: vivimos en una sociedad muy enferma y muy lastimada en la que faltan diálogo y empatía.
También consultamos algunos de los casos más sonados este año con otros especialista, el Dr. José Vera, psiquiatra de 40 años de experiencia, actualmente es psiquiatra forense de Ministerio Público, experimentado docente de la cátedra de psiquiatría de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), además hace consultorio en la misma materia en el Ministerio de Salud.
Los feminicidios “compiten” seriamente en cuanto a brutalidad y -posiblemente- en cantidad por ejemplo con los asesinatos encargados por grupos ligados al narcotráfico. De hecho, uno de los sucesos que más conmocionó este año está caratulado como un caso de feminicidio. Se trata del quíntuple homicidio en la denominada "Casa del terror", en pleno centro de Asunción. También otra masacre no menos horrenda se registró en Villarrica, presuntamente perpetrada por un menor.
La siesta del 8 de setiembre pasado, el fétido olor que emanaba una derruida casona ubicada en Oliva casi Montevideo era presagio de un tétrico crimen. Pero nadie podía haber imaginado las dimensiones del horror que encontrarían los investigadores en su interior.
Cinco cadáveres, burdamente ocultos bajo capas de cal y cemento, en fosas precariamente excavadas, daban cuenta de uno de los escenarios más dantescos que muchos podrían haber visto o imaginado. La presencia de dos pequeños cadáveres no hizo más que aumentar la indignación en torno al deleznable hecho. Enseguida se creyó que se trataba de un caso de feminicidio y de feminicidios vinculados.
La investigación fiscal abierta en torno a este caso, aunque la Fiscalía ya logró determinar científicamente el momento del asesinato de Dalma Rojas, sus padres Elba Rodas y Julio Rojas y sus pequeños hijos Cristian Santino Barrios Rojas y Saulo Pío Nahir Rojas. Como principal sospechoso del horrendo crimen figura la pareja de Dalma, Bruno Marabel, actualmente detenido.
Hasta el momento, la Fiscalía considera -según las pruebas- que Marabel pudo haber actuado solo, ya que habría asesinado a las mujeres de la familia Rojas-Rodas y a los pequeños en la madrugada del 29 de setiembre. Posteriormente, Marabel habría asesinado a Julio Rojas, padre de su pareja, el 2 de octubre. El hombre asesinado ya no vivía en la casa, pero había ido a visitar a su familia sin imaginar que ya no estaban vivos.
En la causa también fueron imputados inicialmente los hermanos Marcelo Sosa y María Araceli Sosa, y Alba Armoa. Las dos mujeres eran compañeras de trabajo y amigas de Marabel. Todos estos habrían mantenido una reunión social en la “casa del horror” días posteriores al crimen y supuestamente no se percataron de la presencia de los cadáveres.
Armoa, que había iniciado una aparente relación sentimental con Marabel, incluso habría vivido con la “casa del terror” unos días, aunque existen versiones contrapuestas de que habría estado bajo amenazas, y otras que lo hizo por voluntad propia pero que no sabía de los asesinatos.
Hasta ahora, la Fiscalía no se anima a sostener cuál fue el motivo del crimen, pero la relación entre Dalma Rojas y Bruno Marabel aportan elementos básicos para plantear un eventual caso de feminicidio y buscar la máxima condena para el joven.
El Dr. Vera no quiso preopinar en este caso, ya que eventualmente podría recaer en sus manos en su función de psiquiatra forense de la Fiscalía. "Evidentemente el caso no es nada normal, todo lo contrario, pero hay que investigar qué es lo que pasa, que es lo que dicen. Acá no se investigó nada aún, en un momento se dice una cosa, en otro otra cosa", dijo.
No obstante, si bien aclaró que no es sociólogo para para determinar conductas sociales, tuvo casi la misma apreciación. Que la violencia en la sociedad no se limita a estos casos y todo eso se va acumulando en las personas.
"Lo que pasa que uno observa todas las noticias que hay y no solamente los hechos de violencia manifiesta de este tipo, sino también de parte de las autoridades existe mucha violencia. El hecho de que por ejemplo nuestras autoridades se vuelvan super ricos, millonarios, todo lo que ha pasado con la gente del congreso, es muy violento para el pueblo, lo que pasa con los índices de corrupción que existe, que la gente pueda hacer cualquier cosa, manipular la justicia, estos escapes que hubieron o el mismo asesinato dentro de la Agrupación Especializada", consideró.
La relativa calma habitual en Villarrica se vió abruptamente interrumpida por la tétrica noticia del asesinato de toda una familia. El suboficial de Policía Hugo Armando Fariña; su esposa María Villaverde de Fariña (en estado de gestación) y sus hijos; Israel, de 12 años e Isabel, de 6 fueron hallados sin vida su vivienda ubicada en el barrio San Miguel de Villarrica.
Todos -a excepción de la niña- presentaban heridas de bala. El caso desde un momento generó sospechas dentro del núcleo familiar, ya que el uniformado, días antes había denunciado la sustracción de su arma reglamentaria del interior de sus vivienda. A consecuencia de eso, había echado de la casa a su sobrino de 14 años que vivía con él, a quien responsabilizaba del robo.
Las primeras diligencias -con ayuda del menor- permitieron dar con Mario Antonio Benítez González (36), en cuyo poder se encontró el arma reglamentaria de Fariña, una 9 mm, que no era la que había sido utilizada para el crimen, que finalmente fue un revólver.
La posterior detención de Héctor David Velázquez (29) en cuyo poder se encontraron dos teléfonos que pertenecían a los asesinados permitió estrechar la investigación. Las sospechas recayeron finalmente sobre quién hasta ese momento fungía de informante, el menor de 14 años.
Según la investigación policial, el adolescente -que tendría problemas con las drogas- habría asesinado a sus familiares tras ser echado de la vivienda. Conservó una llave con la que pudo ingresar a la residencia sin levantar alertas que permitieran una reacción.
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En menor había vaciado su revolver contra el padre de familia, la madre y su primo, quedando sin munición para la más pequeña, a quién asesinó con un cuchillo común de cocina, el cual ocultó bajo una papelera en el baño. Este fue hallado por la policía e incautado como prueba.
Sin entrar a juzgar el caso en específico, el psiquiatra forense dijo que por una parte le genera extrañeza la actitud de este joven, pero por otra, se ajusta a comportamientos propios de los adolescentes.
"Este tipo de casos no es tan común, para mi es excepcional que un joven le mate a una familia, pero se puede dar, la conducta violenta se da en cualquier tiempo, en esta profesión ya he visto cualquier conducta", refirió siempre aclarando en este caso no tuvo la oportunidad de analizar al autor en específico.
Pese a la extrañeza que le genera la actitud de un menor de esta manera, no le sorprende que se pudiera desarrollar esto de manera súbita. "Lo que pasa que el adolescente puede cometer hechos con mucha violencia y para más de una forma repentina, sin que se note nada previamente, en una forma muy espontánea. Lo mismo puede pasar con la cuestión de suicidio, puede cometer repentinamente sin que nadie haya detectado nada, sin ninguna alteración previa o aviso", analizó.
El caso de Lidia Meza Burgos causó conmoción por la sangre fría con la que actuó su feminicida, quién la eliminó como una estrategia. Las circunstancias en que se produjo indican que se trató de un feminicidio absolutamente evitable. La joven de solo 18 años fue asesinada dentro de la Agrupación Especializada por el narcotraficante brasileño Marcelo Pinheiro Veiga, alias Marcelo Piloto, con el solo afán de lograr evitar su extradición al Brasil.
Marcelo Piloto con un cuchillo pequeño -al que le sacó filo mortal-, apuñaló reiteradas veces a Meza Burgos en su celda, ante los oídos sordos de los encargados de seguridad del que es uno de los lugares supuestamente más seguros del país.
La muerte de Burgos fue en vano incluso para su perpetrador, ya que aún fue expulsado del país y entregado a las autoridades brasileñas, mientras la causa por el asesinato de la joven prosigue en nuestro país y Piloto podría ser juzgado en el Brasil. Según la legislación local, se expone a una pena de hasta 40 años de prisión.
En este caso, el Dr. Vera claramente ve algunos indicios de piscopatía en Marcelo "Piloto". "Sin conocer mucho el caso porque no le conozco a la persona, para mi es una conducta psicopática porque no tiene ninguna compasión de los demás, eso es síntoma de la psicopatía, sin importarle los sentimientos de los demás con tal de lograr su objetivo", apuntó ante el hecho de que el narcotraticante asesinó a sangre fría a la joven.
A nivel local también falta determinar cómo Meza Burgos -que supuesta fue contratada para mantener relaciones con Marcelo Piloto- fue llevada para ser utilizada como “carne de cañón” para tratar de impedir la extradición del narco. Se sospecha de complicidad interna dentro de la Agrupación Especializada y la Policía, al igual que se indaga una presunta red de proxenetas.
El caso fue tan aberrante que implicó la barrida en pleno de la Comandancia de la Policía Nacional, al igual que la del director de la Agrupación Especializada, entre otros, aunque no afectó al Ministro del Interior.
Al menos en dos ocasiones, la Policía Nacional había desactivado presuntos intentos de rescate del narcotraficante, incautando arsenales de armas pesadas, deteniendo y abatiendo a miembros del Comando Vermelho, la facción de Piloto. También incautaron y destruyeron un cochebomba, por lo que este habría sido su último intento extremo de evitar su extradición al Brasil.
En lo que refiere a la sociedad y este tema casi de "moda" de la "vida narco", con series o novelas o los lujos incautados, el psiquiatra forense indicó que todo eso puede influir de maneras diferentes de cada uno de acuerdo a si personalidad, donde "para muchos puede ser algo hasta fantástico -como las historias de Bonny and Clay- estos personajes que van surgiendo, no solamente con la conducta, también con los coches, las mansiones".
Los crímenes de personas importantes vinculadas a narcotraficantes siempre generan un impacto directo -por la brutalidad y la sangre fría con la que se suelen ejecutar- y uno indirecto, ya que tras un crimen suele haber represalias. Uno de los asesinatos que mayor impacto generó fue el de la abogada Laura Casuso, representante legal del narcotraficante extraditado al Brasil, Jarvis Chimenes Pavão y otros.
La mujer falleció luego de recibir varios impactos de bala que le propinaron sicarios que la atacaron a la salida de una reunión en Pedro Juan Caballero. Casuso, antes de su fallecimiento parecía presentir su final, por lo que dejó algunos presuntos responsables de ordenar su muerte.
La mujer había planteado que podría ser asesinada porque aparentemente conocía detalles y el paradero de un testigo clave del presunto asesinato del Capitán Enrique Piñánez, un crimen que se atribuye al gobierno anterior.
El caso Piñánez hasta el momento sigue siendo una incógnita, ya que familiares del fallecido sostienen que fue asesinado en un atentado simulado, por presuntamente querer denunciar malos manejos administrativos en la Fuerza de Tareas Conjuntas (FTC) en la lucha contra grupos criminales en el norte.
No obstante, por los vínculos de Casuso con Pavão, no se descarta de que su asesinato haya formado parte de una disputa territorial y de poder dentro de la organización criminal Primer Comando Capital (PCC).
De hecho, tras el asesinato de la abogada hubo otros ataques a personas cercanas a Pavão como el de su sobrino Pedro Giménez da Luz, que sobrevivió a ser acribillado en Pedro Juan Caballero.
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También, en la limítrofe Ponta Porã, Brasil; la Policía Federal desarticuló un supuesto plan de atentado que era organizado por el grupo de Pavão contra el que habría ordenado tanto el asesinato de Casuso como de su sobrino, Sergio de Arruda Quintiliano Neto, alias “Junior Minotauro”, quién estaría disputándole el dominio del negocio en nombre del Primer Comando Capital (PCC).
En enero de este año finalmente se confirmó algo que ya se sospechaba pero de lo cual no se tenía certeza: la muerte del colono menonita Abraham Fehr, tras 888 días de haber sido secuestrado por el grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
A lo largo de esos 882 días de silencio, el EPP no solo jugó con la ilusión de la familia sino también permitió que pagaran unos US$ 500.000 por un rescate que aparentemente fue retirado por otros inescrupulosos que se aprovecharon de la situación.
Fehr falleció un 14 de agosto de 2015 a las 18:00 horas, dato que se conoce solamente por el grupo criminal, que accedió al último pedido de la familia de tener ese dato para tener una fecha que apuntar en la lápida.
El hallazgo del cadáver se produjo recién el 11 de enero de este año, y por el estado de descomposición fue imposible para los forenses determinar la causa de muerte.
Ya a finales de este año, el primer asesinato perpetrado por el EPP durante el Gobierno de Mario Abdo Benítez generó una situación atípica y desconcertantes, ya que el video de la ejecución del colono brasileño Valdir de Campos fue difundido por el propio gobierno.
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En el material audiovisual filmado por los propios criminales registra brutalmente como de Campos -maniatado a un árbol- agoniza tras una ráfaga de disparos cobardes y a quemarropa.
Las autoridades del gobierno justificaron la difusión del video como un afán de demostrar la brutalidad de los criminales y el irrespeto a la vida.
Por ese crimen, están imputados: Esteban Marín López, Luciano Argüello, Benicio Argüello, Rubén Darío López y Samuel Silva, miembros de una de las células del EPP en la zona norte del país.
Según registros oficiales del Ministerio de la Mujer son 52 las víctimas de feminicidio en lo que va del año, cifra que según organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres es mayor. Lo más preocupante, además de la cantidad de casos, se que en los últimos tiempos también hay que considerar la saña desmedida con la que se producen los feminicidios.
Los feminicidios son un ámbito bastante estudiado por el Dr. Vera, y aún así las motivaciones siguen siendo complejas. El psiquiatra forense -por la evidencia que maneja en estos años de experiencia- no se anima a relacionar los feminicidios únicamente con el hecho cultura de la violencia machista.
El feminicidio y la violencia contra la mujer "es un tema que tiene sus aristas, porque evidentemente tiene que ver la conducta, con cuestiones culturales como el machismo y la cultura patriarcal, pero también no es la única mirada que se tiene que hacer. Yo creo que cualquier conducta -entre ellas las patológicas- deben de ser vistas desde la psicología, la biología, lo social, etc.", indicó el Dr. Vera.
El mismo apunta que además de la educación machista, los feminicidas pueden desarrollar otras patología mentales que conforman ese cóctel mortal y que hace desvalorar la vida de la persona a la que supuestamente ama e incluso su propia existencia. "Me parece que no se pueden negar que independientemente a los factores culturales, sociales, etc, en los casos de feminicidios hay una patología. Por ejemplo se percibe la existencia de la patología porque en muchos casos, en un porcentaje muy alto al cometer feminicidio se comete el suicidio", mencionó.
Es decir, existe un grado de posesión y dependencia del parte del asesiano hacia su víctima. El feminicida en muchas ocasiones "no soporta vivir sin la persona, entonces, como le mató y no puede vivir sin esa persona, entonces no tiene mas remedio que matarse a si mismo", describe el psiquiatra.
Lo más preocupante es que ese sentido de posesión puede persistir incluso pese al paso del tiempo y la distancia. Es decir, el Dr. Vera ha tenido caso donde -según el comenta- "hay personas que han cometido feminicidio, estando ya con otra pareja, en casos donde ambos sujetos están ya en otra relación tras muchos años, con otros hijos, sin embargo se comete feminicidio".
Muchos de estos casos van dejando rastros que podrían ayudar a prevenir el desenlace fatal, por lo que además de proteger a la potencial víctima, se debe tratar al agresor latente. "Muchos caso en que ocurrieron feminicidios fueron conductas anunciadas mucho tiempo antes y donde se pudo haber tomado medidas preventivas reales, entre ellas, el tratamiento clínico psiquiátrico obligatorio", aconseja.
Otro aspecto que por ejemplo considera común en pacientes que desarrollan conductas violentas hacia su pareja, es que incluso pueden llegar a delirar y convertir en realidad cuestiones que solamente están en su mente.
"Tengo casos más bien delirantes. Ellos (agresores) te cuentan una historia de que ‘yo le vi con otro, les vi por la ventana, que su señora estaba hablando con otro’, pero en realidad no le vio", explica entre sus casos documentados en grabaciones. Tras el tratamiento, estos terminan dándose cuenta que habría sido esos eventos no fueron más que un invento de su mente.
"Uno le médica a esa persona y esas ideas desaparecen, y ellos mismos se extrañan por la desaparición de esa idea. Tengo documentado con grabaciones los casos donde me cuentan historias de engaños, que la mujer era de lo peor de lo peor, conductas delirantes, pero eso conduce en muchos caso a asesinatos", lamentó.
Algunos de los casos más impactantes de feminicidio este año justamente tienen como ingrediente ese factor posesivo enfermizo. Uno es el de Meliza Fleitas, una joven de 19 años desaparecida desde julio de 2017 fue hallada muerta luego de más de un año de estar desaparecida.
El presunto autor del crimen Jaime David Fernández Vera de 33 años se encuentra prófugo y con orden de captura internacional, aunque tuvo bastante tiempo de ventaja para huir gracias a una investigación cuanto menos displicente de parte de la Fiscalía.
De hecho, el caso de Meliza Fleitas es tristemente emblemático justamente por el poco interés que demostró la Fiscalía para investigar el caso, algo que está siendo analizado por el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM).
El cuerpo de Melina fue encontrado en un avanzado estado de descomposición, a consecuencia del prolongado tiempo que estuvo enterrado. Forenses determinaron como causa de muerte un traumatismo de cráneo. El victimario la enterró al costado de su vivienda, y el hallazgo de los restos fue fortuito, mediante unos albañiles que trabajaban en una obra contigua al baldío donde fue encontrada.
Otro feminicidio atroz tuvo como víctima a Natalia Silveira, una joven madre de 22 años que fue asesinada por Ulises Eliseo Núñez Cabrera (28), con quién mantenía una relación amorosa. Este caso fue especialmente impactante, ya que el propio autor del hecho confesó el crimen alegando “celos”.
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Además el momento previo de un encuentro en un motel en la zona de San Lorenzo, como la manera en que Núñez Cabrera incineró a la joven en su auto quedaron registrados en videos de circuito cerrado, que ayudaron a la policía a dar con el responsable del crimen.
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El hombre relató a una emisora radial como disparó en la cabeza a la joven, ya que supuestamente descubrió que mantenía relaciones con otros hombres. En imágenes de video se aprecia como Ulises Núñez, tras dejar herida mortalmente a Natalia, fue a comprar combustible y luego le prendió fuego al vehículo de la mujer. Las pericias forenses determinaron finalmente que Natalia no murió por el disparo en la cabeza, sino por asfixia en medio de las llamas.
Todos estos casos hacen difícil refutar al Dr. Lemir que sostiene que "bajo todo eso hay una sociedad muy lastimada, muy enferma que requiere un análisis" y a lo que la Dra. Mirta Mendoza, directora de Salud Mental del Ministerio de Salud había agregado algo que ella considera importan: "es una sociedad lastimada y que lastima", como sugiriendo una especie de de círculo vicioso donde la violencia engendra más violencia.
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O sea, ¿es la propia sociedad la que vuelve hostil a sus miembros o son sus miembros violentos lo que engendran violencia en la sociedad?. Cualquiera sea la respuesta la mayor parte de la labor está en manos de las autoridades para revenir los hechos que son evitables y en el campo personal, el ser conscientes que el buscar ayuda psicológica o pisquiátrica no es muestra de debilidad, sino un gesto de fortalece que puede ayudar a salvar vidas.