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Al tocar el suelo, el avión explotó en una gran llama azul, según relatan los testigos. Lo siguiente fueron escenas de terror que incluían a personas convertidas en “antorchas humanas” y otros cuerpos atrapados entre el fuselaje de la aeronave. De los 22 fallecidos, 13 eran niños.
Al día siguiente, ABC Color trajo en tapa la noticia de la tragedia y un especial de 12 páginas con todos los detalles y fotografías de aquel hecho. El barrio Monseñor Bogarín de Mariano Roque Alonso estaba de luto. Familias enteras fueron afectadas con las pérdidas de sus miembros. Una de ellas, la familia Gracia perdió a 11 de sus integrantes ese día.
Se trataba de un avión de cargas DC-8 de las Líneas Aéreas del Caribe (Colombia), con cuatro tripulantes. Se supo luego, los pilotos principales, con la intención de “probar” la capacidad de reacción de uno de los aprendices que volaba con ellos, apagaron un motor, y después el otro (una maniobra que no es inusual), pero la aeronave no había alcanzado la altura necesaria para realizar esa maniobra y terminó precipitándose a tierra.