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Con el creciente descontento de los sectores sociales y sobre todo militares, anteriormente fieles al régimen, se empezó a urdir un plan entre jefes de alto rango del Ejército, para derrocar al gobierno unipersonal de Alfredo Stroessner.
La “Los Carlos” y “Los Víctor” - nombres en clave escogidos por los jefes militares – mantuvieron sendas comunicaciones a través de radios, que quedaron grabadas para la posteridad.
En horas de la noche los ataques habían comenzado, el levantamiento era una realidad y estaba siendo ejecutado por aquellos mismos hombres que habían sido fieles al dictador, como el general Andrés Rodríguez, entre otros; que luego se convirtieron en referentes políticos como Lino César Oviedo.
En esos momentos los medios televisivos se hacían eco de los violentos ataques contra destacamentos militares y los enfrentamientos, sobre todo en la capital, que dejaron vestigios de la lucha por la democracia.
Ya en horas de la mañana de aquel 3 de febrero, concluidos los estruendos del levantamiento militar, el general Rodríguez, a través de la cadena nacional de radio, ofrecía el discurso que ponía punto final a 35 años de tiranía.
Despojado de su investidura y sus poderes, temiendo por su propia vida, el exdictador abordaba un vuelo que lo llevó al Brasil en busca del exilio, en el ocaso de uno de los periodos políticos más crueles de la historia del Paraguay.