El cuento realista

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Se llama cuento realista al que narra sucesos que podrían ocurrir en la vida real. No se limita a ser un espejo de la realidad externa, como comúnmente se cree, sino que también refleja lo invisible e infinito, como las creencias e ideas.

Un ejemplo

La tarea más difícil

(León Tolstoi)

Un marido y su mujer solían pelear porque el marido se empeñaba en decir que su trabajo era más difícil de realizar que el de su mujer, y que las mujeres descansaban en el hogar.

Un día de verano decidieron cambiar de ocupaciones: la mujer se fue al campo y el marido se quedó en la casa.

—Fíjate bien —le dijo la mujer antes de salir— que salgan a su hora las vacas y los corderos, da de comer a los pollos y cuida de que no se extravíen, prepara la comida, trabaja la masa del pan y bate la mantequilla; y, sobre todo, no te olvides de amontonar el maíz.

La mujer se marchó.

Antes de que el campesino hubiera pensado en soltar el ganado, los demás animales se habían alejado de la casa y apenas pudo alcanzarlos con gran trabajo.

Volvió a casa y para que las aves de rapiña no pudieran llevarse los pollitos, los ató uno a otro y fijó el extremo de la cuerda a una pata de gallina.

Se había dado cuenta de que su mujer, mientras amontonaba el maíz, hacía la masa en una fuente, y quiso hacer como ella. Y para poder batir la mantequilla al mismo tiempo, se sujetó a la cintura el tazón de crema.

Apenas había comenzado aquella triple faena, cuando se oyó el co-co-ro-co de la gallina y el agudo piar de los pollitos.

Quiso correr para ver qué ocurría en el patio, pero tropezó y cayó. El tazón de la crema se hizo pedazos.

Cuando salió del corral, pudo ver que un gavilán se llevaba con el pico a los pollitos y la gallina. Mientras el hombre se quedaba con la boca abierta, un cerdo entró rápido en la casa y derribando el tazón esparció la masa y se la comió. Otro cerdo se metió en el maíz.
Viendo tantas desgracias, el hombre no sabía cómo repararlas.
Cuando volvió la mujer, miró el patio y no vio a los pollitos.

A toda prisa, bajó del caballo y entró en la casa.

—¿Dónde están los pollos y la gallina? ¿Está lista la comida? ¿Y qué significa toda esta masa esparcida? ¡Qué bien has trabajado! —dijo la mujer—. Yo he labrado el campo tan bien como tú cualquier día y llego a buena hora.

—¡Bah! En el campo solo hay que hacer una cosa, mientras que aquí todo debe hacerse a la vez: prepara esto, piensa en aquello, cuida lo otro. ¿Cómo va uno a arreglárselas?

—Yo me las arreglo, y bien, todos los días. No discutamos más y ya no repitas nunca más que el trabajo de las mujeres no es nada.

Actividad

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