Gil de las calzas verdes (adaptación) (2)

¿Cuál será el secreto del color de la calza de Gil? Sigamos leyendo.

Gil de las calzas verdes
Gil de las calzas verdesArchivo, ABC Color

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—Eso es lo que a ti te está pareciendo, pero no es así.

—¿Qué no es así?, ¿por qué?

—Te lo explicaré a mi regreso, si me das tu vaca a cambio de este saco de garbanzos —le ofreció Gil mostrando lo que le había sobrado después de comer todo lo que quiso.

—Está bien. Toma la vaca. Y no dejes de contármelo.

Ya hemos dicho que los habitantes de aquel reino eran muy tontos. De manera que Gil se marchó con la vaca, pregonando por todas partes que por allí iba «Gil de las calzas verdes».

Todos los que le oían se quedaban atónitos, y todos aquellos con los que se cruzaba abrían mucho los ojos, porque en vez de ver calzas verdes como su dueño pregonaba, eran de color amarillo según el criterio de todos. Y se asombraban lo indecible.

Llegó de esa manera a la plaza del mercado, y se acercó a un vendedor de caballos que estaba junto con la pareja más bonita de caballos que había en toda la ciudad. Y a Gil le gustaban los caballos sobremanera.

—Me gustaría subir a la grupa de ellos con mis calzas verdes —dijo.

—¿Por qué dices que son verdes, cuando son amarillas?

—Cámbiame tus caballos por mi vaca y te lo diré a mi regreso.

Se hizo el cambio, y Gil se marchó cada vez más contento con sus caballos, los cuales más adelante los cambió por una carroza usando como siempre el truco de sus calzas verdes, y la carroza a su vez, intentó cambiarla por un castillo que había muy cerca del palacio real.

Pero el dueño del castillo se enfadó mucho al ver que Gil no le quería confesar el motivo en que se basaba para afirmar que sus calzas eran verdes. Y llamó a un alguacil.

Sobre el libro

Libro: Mis cuentos de hadas

Título: Gil de las calzas verdes

Editorial: Cuenticolor

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