Peter Pan (2)

Seguimos leyendo el siguiente fragmento de esta estupenda obra. Recuerda que la primera parte había terminado cuando Peter Pan finalmente pudo lograr uno de sus más anhelados deseos: ¡el de poder volar!

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Pensó que la isla estaba deshabitada, y no tuvo ningún temor.

Como se hacía de noche y nuestro amigo estaba muy cansado decidió buscar un lugar donde dormir, si fuese posible al aire libre; era una experiencia nueva que deseaba hacer.

Unos gritos le distrajeron, se volvió y descubrió un campamento indio.

Iban vestidos con alegres túnicas y plumas en el pelo, y algunos incluso llevaban la cara pintada. Peter Pan lo miraba todo con asombro.

Había un gran jefe, una niña con trenzas que llevaba un cántaro, un pescador que volvía de una pesca, un pequeño indio con una pluma muy grande, quizá más grande que él.

Sus casas eran muy raras: no tenían ventanas y parecía que un soplo de viento las podría llevar muy, muy lejos…

Un tigre se paseaba por el campamento, sin correa…

Al ver esto, nuestro amigo se escondió aún más tras las matas.

Pero hizo algún ruido y los indios, temiendo que se tratara de enemigos, se acercaron a ver. Cuando se encontraron con aquel niño vestido de verde, les dio tanta ternura que lo llevaron enseguida al campamento como a un viejo amigo.

La vida de Peter Pan transcurría junto a la de la tribu, y no tenía de qué quejarse pues eran muy amables con él.

Había muchas cosas que hacer: como sabía volar, los indios le habían encomendado la tarea de llevarles los huevos de los pájaros que anidaban en la copa de los árboles.

La tribu utilizaba los huevos de los pájaros en la «Fiesta de la Fritada» que tenía lugar los sábados ante un enorme fuego, y en la que todos bailaban y cantaban para mantener alejados a sus enemigos: ¡los terribles Piratas del Capitán Garfio!

Un día en que Peter Pan se encontraba escondido en la copa de un árbol buscando huevos, vio a la banda de facinerosos, que marchaban de dirección opuesta al campamento, con una buena carga de patos, pollos y salchichas.

Tenían una expresión de triunfo tal que Peter Pan sospechó que debía haber ocurrido algo.

Sin dejarse ver, trató de escuchar mejor para ver si en la lejanía se oían gritos.

La alarma de los indios se oía claramente ¡UUUA!... ¡UUUA!...

No podía soportar una afrenta a sus amigos y decidió que los piratas la pagarían cara.

Afortunadamente, había conocido en el bosque a unos monos que le habían enseñado a saltar ágilmente de un árbol a otro.

De este modo pasó a un cocotero, desprendió un gran fruto y… ¡paf!, se lo lanzó a la cabeza a un pirata, que, por lo colorada que tenía la nariz, presentaba el aspecto de haberse bebido todo el vino de la tribu.

Satisfecho con su hazaña, Peter pan se dispuso a eliminar a todos los demás. Los piratas eran cinco y él estaba solo, por lo que tenía que actuar con astucia y rapidez.

Sobre el libro

Título: Peter Pan

Autor: James Matthew Barrie

Editorial: Océano

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