La valentía de Rodrigo

En nuestras vidas, en más de una ocasión, tuvimos que vencer nuestros miedos y actuar con valor para hacer lo que teníamos que hacer ante cualquier circunstancia. En esta ocasión, te presentamos la historia de un niño muy valiente.

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Rodrigo era un niño de seis años. Su hermanita se llamaba Daniela, tenía tres años y le gustaba colgarse de cuanto lugar pudiera hacerlo.

Frente a la casa donde vivían, había muchos árboles de mango. En uno de ellos, Rodrigo y sus amigos subieron unas tablas y las colocaron en una horqueta del árbol, que es donde una rama se abre para cada lado.

Las sujetaron fuertemente con sogas y alambre. La declararon su casita del árbol.

Pero, ¿quién fue la primera que, trepando por el árbol se instalaba a jugar con sus muñecas en la casita? Sí. Lo adivinaron: Daniela.

Una vez fueron con sus padres a casa de unos amigos que vivían en un apartamento.

El apartamento estaba en un segundo piso. Dejaron a los niños jugando en una habitación. Y el papá y la mamá fueron con los amigos al piso de abajo.

Dani fue a explorar la casa. Encontró un caño que sobresalía del piso de la escalera de servicio.

En cuando lo vio tuvo solo una idea: colgarse. Y, en un descuido, ya estaba colgada del caño de la escalera… ¡a una altura de dos pisos!

Ahí sus pies no tenían un apoyo, si se soltaba.

Y, aunque podía estarse colgada por más tiempo. Ya no tenía fuerzas para subir el piso de la escalera.

Rodrigo estaba adentro, leyendo una revista.

Notó de pronto, la ausencia de Dani. Fue a buscarla por todo el apartamento. Al abrir la puerta del fondo, vio, a la altura del piso, las dos manos de su hermanita aferradas al caño.

Sin siquiera pensarlo, se metió entre los barrotes de la barandilla. Trabó con ellos sus piernas y, colgado de cabeza, abrazó a su hermanita por la cintura.

En ese momento las manos de ella cedían al esfuerzo de haber estado tanto tiempo colgada.

Dani, estaba calladita porque sabía que no estaba bien lo que había hecho. Se sujetó del cuello de Rodrigo, y así estuvieron un buen rato, esperando ayuda.

En eso, aparecieron los padres que, al ver la escena, casi les da un ataque de espanto.

¡Sus hijos colgados como trapecistas a una altura de dos pisos!

Entre todos, ayudaron a los hermanitos a subir y ponerse a salvo de una caída que podría haber sido fatal. Cuando se enteraron de cómo pasó eso, felicitaron a Rodrigo, que no entendía por qué.

—Cualquiera hubiera hecho lo que yo hice —pensaba—.

Y es que, quienes son valientes, no se dan cuenta de lo valiente que son, y le restan importancia a su valentía, que les parece algo natural.

Pero Rodrigo obtuvo un kilo de helados en el postre de esa noche.

Sobre el libro

Título: La valentía de Rodrigo

Autor: Raúl Silva Alonso

Editorial: El Lector

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