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“Es un trabajo muy sacrificado porque como bien sabemos la materia prima es barro y por eso casi nadie se quiere involucrar en este trabajo. Pero la necesidad nos obliga a meternos de lleno en el barro”, refirió en forma jocosa el olero.
“Montamos nuestra pequeña fábrica de ladrillos en mi propiedad y producimos alrededor de 30.000 ladrillos al mes, lo cual deja una buena ganancia, al menos para cubrir los gastos necesarios. Últimamente mermó la venta, pero ahora estoy encontrando mercado seguro”, refirió.
Primeramente se cava la tierra, se extrae el barro y se junta. Luego hay que acarrearlo y posteriormente se corta en ladrillos, se encadena y posteriormente se quema para de esa manera finalmente comercializar.
“En 24 horas ya se quema todo y en ese lapso se debe estar pendiente toda la noche porque no debe faltar leña en el fuego. El precio va desde 300 guaraníes en el lugar de producción”, aseveró Ávalos.
Cuenta que la gente viene desde lejos a llevar los ladrillos. “Uno debe producir de buena calidad, de lo contrario la gente se va a buscar en otro lugar y lo peor es perder la clientela”, enfatizó el productor, quien trabaja a nivel familiar en la fábrica.
Cuenta que sus hijos pequeños tienen la tarea de colocar los ladrillos en el sol, donde se deben secar hasta un punto antes de llevarlos al horno.