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COLONIA MARACANÁ, Curuguaty (Pablo Medina, corresponsal). Pobladores de las colonias Maracaná (Canindeyú) y Luz Bella (San Pedro) están preocupados, debido al casi nulo avance de la construcción del puente de hormigón armado sobre el río Curuguaty’y. Los operarios alegan que no cuentan con suficiente logística del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).
Sin embargo, los vecinos aseguran que parte del volumen de combustible y cemento asignados para la obra son comercializados beneficiando a inescrupulosos, lo que dificulta la prosecución de los trabajos en el lugar. Los operarios –que no quisieron dar sus nombres– niegan rotundamente haber negociado con los insumos.
Los lugareños dicen estar desesperados ante el estancamiento de los trabajos que se iniciaron hace un mes. La institución estatal destinó una máquina para la colocación de unos 20 pilotes en cada cabecera de la pasarela, cuya estructura de madera quedó inservible después de más de 12 años de uso.
Inicialmente, los vecinos de las dos colonias aportaron 1.360 litros de combustible para posibilitar los primeros trabajos, debido que el MOPC se declaró insolvente para proveer suficiente cantidad de gasoíl.
Intentamos hablar sobre la situación de la obra con el ingeniero Francisco Mereles, del departamento Puentes del MOPC, pero no contestó nuestras llamadas a su celular.
Si bien en su momento el MOPC aseguró disponer de suficiente combustible y cementos para la obra, los trabajos no evidencian avance alguno.
La obra es de vital importancia para la población, ya que es la única alternativa para sacar sus productos agrícolas a los mercados. Elvio Cáceres, poblador de la zona, expresó que “es demasiado grande el perjuicio que nos causa estar sin puente. Por eso, pedimos al MOPC que acelere los trabajos en esta zona que es muy importante porque une a dos departamentos”, señaló.
Canoeros
Para pasar de un lado a otro del cauce, vecinos de los dos departamentos se ven obligados a recurrir a los servicios de canoeros que se instalaron en el lugar. Según los lugareños, los transeúntes deben pagar G. 10.000 para cruzar se un margen a otro del caudaloso río. Las precarias balsas diseñadas y construidas de forma manual sobre tambores, representan un peligro para los usuarios que se arriesgan al cruzar a diario con sus motocicletas y cargas. Con la ayuda de rondana y soga se estiran para moverse en medio del río. En días de lluvias, el aislamiento de miles de lugareños resulta inevitable.
El puente de madera fue construido en el año 1993, pero la estructura quedó carcomida por el paso del tiempo, que finalmente se derrumbó en el mes de agosto, que dejó aislados a miles de pobladores de la región. El puente tiene base de cemento, pero la terminación de arriba es de madera.