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CIUDAD DEL ESTE (Mariana Ladaga, de nuestra redacción regional). En diciembre del 2013, una comitiva encabezada por José Ortiz, en representación del Presidente de la República, visitó el atracadero del barrio Remansito. En aquella oportunidad, el empresario tabacalero había dicho que Cartes había recorrido la zona durante su campaña política y prometido generar un cambio para los pobladores. Igualmente, Ortiz aseguró que el proyecto era una prioridad y que todas las instituciones públicas iban a trabajar para convertir el lugar en un punto turístico, con un club náutico y puntos de gastronomía nacional, similar a Loma San Gerónimo de Asunción. Según dijo, eso se iba a financiar con fondos del Gobierno y una empresa de Horacio Cartes.
Un total de 120 familias fueron censadas bajo esta promesa; la mayoría trabajaba en la recolección y venta de material reciclable. El compromiso era refaccionar el lugar, con iluminación en el muelle, mejoramiento de la calle, embellecimiento de las casas, capacitación de los vecinos en gastronomía, dulces y artesanías. Quienes deseaban seguir trabajando en el reciclado serían trasladados a un inmueble ubicado en Presidente Franco.
En marzo del 2014 se presentó el proyecto a ejecutarse en el sitio, con la promesa de la iluminación de toda la calle, desde el puente del arroyo Saltito hasta el muelle sobre el río Paraná. Además, se iba a instalar un moderno sistema de red cloacal. En agosto de ese año se firmó un convenio entre varias instituciones para hacer efectivo el plan, pero todo quedó en agua de borrajas.
De las promesas hechas por Ortiz y Sarah Cartes en representación del Gobierno nacional, ya no quedan ni las esperanzas de los vecinos. Los cerdos se pasean por las calles del atracadero del barrio Remansito, tomado por el lodo, el agua servida y los baches en varios tramos.
Es allí donde comienza la supercarretera Mariscal López. El atracadero está repleto de basura de todo tipo y totalmente a oscuras. No hay ni un solo foco de alumbrado público. Cuando llueve, los desechos van a parar directamente al río Paraná.
Los moradores del lugar cuentan que los políticos los visitan solo en épocas de campaña electoral. La mayoría sigue trabajando como reciclador de basura y muchos viven de la caridad, en condiciones paupérrimas.