¿Vida sana?

A pesar de todas las campañas que propugnan las ventajas de la vida sana y los cuidados desde temprana edad, las cifras de pacientes que sufren enfermedades prevenibles como la diabetes y las cardiacas van en aumento. Parecería que no se toman en serio las graves consecuencias que sobrevienen después.

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El doctor Bernardo Bernard, médico internista, afirma que “las medidas de cambios en el estilo de vida son muy difíciles de aplicar y requiere una colaboración del Estado para instruir desde la infancia acerca de los hábitos de alimentación, disminuir el tabaquismo y el sobrepeso. Pero son trabajos que llevan muchos años que deben empezar en los niños, no digo que en adultos no puedan lograrse, pero es mucho más difícil. Hay que involucrar a toda la sociedad”.

Otro punto a considerar cuando evaluamos el aparente fracaso de las campañas de vida sana es que “requiere cierto nivel de educación, es notable cómo la gente de nivel medio superior cuida más su alimentación, pero igual le cuesta hacer actividad física en clubes e incluso plazas”.

Con frecuencia los adultos cambian su estilo de vida pero después de un evento cardiovascular, empiezan a caminar, dejan de fumar pero se llega tarde.

No deja de ser útil un chequeo anual que hoy hasta las empresas exigen a sus empleados. “Las empresas importantes lo están cumpliendo; el chequeo laboral, aunque es mínimo, contiene hemograma, tipificación sanguínea, VDRL o prueba serológica para sífilis, electrocardiograma, radiografía de tórax, entre otros, que no deja de ser útil, pero un chequeo más completo implica otros estudios. Por ejemplo en las mujeres control ginecológico, en ambos sexos lipidograma, hepatograma, y hasta VIH”.

En nuestro país abundan la hipertensión, la diabetes, las dislipidemias, la obesidad, y trastornos tiroideos, según el profesional. 

Con las vacunas se puede prevenir la influenza estacional, “cuánto nos cuesta la epidemia de influenza, mucha gente faltó al trabajo este año y fue internada. El problema es que la gente no se vacuna aunque sea gratis hacerlo”.

“En la infancia se hacen controles porque la madre le lleva al pediatra al niño hasta los 18 años, pero una vez que se cumple esa edad los jóvenes dejan pasar una década en promedio para volver a consultar”, sentencia. 

Depresión y estrés

La Dra. María Paniagua, cardióloga, menciona que “ha cambiando el concepto que relaciona la depresión y el estrés con las enfermedades cardiacas, cada vez aparecen más artículos resaltando que existe una estrecha relación entre ellas. Ya son considerados como factores de riesgo cardiovascular. El estrés, la depresión y la ansiedad suben el riesgo de eventos cardíacos desde un 4% a un 30%”, apunta.

Recuerda una investigación en la que pacientes con niveles muy altos de estrés laboral, ataques de ansiedad, pánico o depresión tienden a canalizar emociones a través de comida, licor y sedentarismo, lo que también sube el riesgo de infarto o derrame cerebral.

“El estrés es una realidad de la vida, pero cuando se acumula afecta la salud física y mental. Demasiado estrés también puede ser malo para el corazón”, insiste. 

“La persona estresada o deprimida se alimenta mal, se encierra en su soledad, fuma o bebe en exceso, se convierte en obesa y sedentaria. Eleva su colesterol y el riesgo de un infarto de miocardio, o una muerte súbita por arritmia cardiaca severa”.

mirtha@abc.com.py.

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