Una etapa vulnerable

Las afecciones del adulto mayor suelen permanecer ocultas bajo un manto de mínimos síntomas. En esta etapa de la vida se necesita un apoyo integral de contención emocional y médico constante.

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La doctora Paola Gómez, geriatra, señala que “la población adulta mayor constituye un grupo de riesgo, en particular en esta época de frío y cambios climáticos, pues pueden presentar problemas de vías respiratorias como bronquitis, neumonías o cuadros virales”.

Otro riesgo temible es el de las infecciones de orina. “Es frecuente por una disminución de la ingesta de líquidos”. Estas situaciones pueden detectarse teniendo en cuenta los siguientes signos de alarma: “apatía o bajo nivel de conciencia, debilidad muscular, respiración acelerada y pulso enlentecido, entre otros”, agrega.

Afirma la doctora que “es importante protegerlos a fin de evitar el empeoramiento, lo que podría desencadenar un estado de estupor o pérdida de conciencia. También arritmias cardíacas, disminución del flujo sanguíneo renal y del funcionamiento intestinal y en general una disminución del metabolismo basal”.

Por otro lado, en el adulto mayor “hay disminución de la masa muscular y tejido graso, presencia frecuente de malnutrición, disminución de la movilidad, y no se tienen los escalofríos como respuesta termogénica al frío”.

Necesitan hablar

Otro punto a considerar es que los adultos mayores deben estar en comunicación, con familiares y amigos, para que puedan expresar sus necesidades e inquietudes. Los hijos y nietos podrán ayudar al abuelo a través del diálogo”.

En esta etapa de la vida “existe una fuerte relación entre los cambios sociales que ocurren en el adulto mayor y la aparición de trastornos afectivos. Por ejemplo, la viudez, la jubilación, la muerte de amigos y la soledad, que pueden producir tristeza, insomnio y apatía, que requieren evaluación médica”.

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