Una buena doctora

La primera persona que sospecha de un maltrato intrafamiliar es muchas veces un médico; por eso es tan importante que el personal de blanco sepa actuar con criterio y con rapidez para evitar que el caso termine en la muerte de un menor. Amor a la profesión, coraje y projimidad impulsan a quienes saben que quizá esa sea la única oportunidad para salvar a un niño.

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Dos casos de niños maltratados fueron constatados en la consulta médica por una doctora que trabaja en zonas rurales. Se llama Rebeca Escobar y es médica de familia. Su interés y vocación de servicio son dignos de imitar por otros profesionales.

El caso de un bebé de apenas un año de vida maltratado por su padrastro en Rincón, Acahay, sucedió hace cuatro años. “Esa criatura llegó al servicio quemado en la planta del pie. A mí me llamó la atención, y le interrogué a la mamá cómo es que se quemó en el pie, y ella respondió que ‘se quemó con el tatapÿi’. Al día siguiente, la mamá no le trajo a la curación, y a la tarde fui a mi recorrido, conversé con los vecinos y constato que el niño está sangrando en la boca; entro en la cocina, y veo que la persona no cocinaba en el piso, sino en fogón. Ahí pensé que lo quemaron, y ¿cómo va a perder su diente con una caída un bebé? Era porque se le arrancó. Hablando con la madre, me confesó que el padrastro le hacía todo eso. Me fui a la comisaría de Acahay, le comenté el caso al comisario y le pasé el video de la madre relatando todo. Le dije: ‘este chico no va a pasar el fin de semana si no se actúa ahora’. La comisaría actuó, y el padrastro fue a la cárcel.

La doctora Escobar es huérfana de madre, una situación que la motivó a estudiar medicina según sus palabras. Así fue a Cuba en el año 2003, y en el 2009 concluyó sus estudios. Como médica, hizo su pasantía en el Hospital Distrital de Ybycuí, y posteriormente ingresó en atención primaria de salud, según su relato.

“Estoy realizando un posgrado en medicina familiar en el Centro Médico Bautista. “Empecé a trabajar en Escobar, Paraguarí; después me trasladé a Acahay, en Rincón, y hace dos años, a la compañía Santa Ángela, primera fracción de Ybycuí. En este último lugar inspeccionó a un niño que, esta vez, le trajo la policía. “El chico de ocho años es de Carbón Cue, me lo trajeron para diagnóstico médico. Me di cuenta de que algunas lesiones, por sus características, eran antiguas, y otras, nuevas, y vi cicatrices. Me di cuenta de que este niño era torturado”.

“Yo puedo decir que estos casos son comunes por la violencia intrafamiliar. Soy curiosa, no me quedo solo con una versión; pregunto, investigo. La gente nos conoce y fácilmente entramos en comunicación en la comunidad. La gente muchas veces se calla, porque tiene miedo, piensa que puede haber represalias. Los médicos de mi departamento a diario vemos casos, e informamos a la Codeni y a la policía”. Estos dos casos involucran al padrastro, y la justicia determinará su destino. 

mirtha@abc.com.py

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