Tiempo de renacimiento interior

En esta etapa aparece la sensación de que, con el fin e inicio de otro año, todo será distinto, mejor y renovado. Pero esto puede ser efímero y frustrante cuando se planean propósitos en función del calendario, que corresponde al registro de lo simbólico y cultural.

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La licenciada Gabriela Casco Bachem, psicóloga, apunta que los cambios, principios y finales de procesos, no dependen de que sea enero o diciembre, sino de otros factores más profundos y subjetivos. El abandonarse a la ilusión y melancolía del “fin de un año” nos puede sensibilizar y es así como se experimenta toda la exaltación y el culto de lo que simbolizan estas fiestas, tomando literalmente la palabra “fin” como una instancia imperiosa, como real. “Por eso es importante registrar que el transcurrir del tiempo tiene que ver con la esperanza, con las expectativas de algo personal. Si logramos ser conscientes de esto, podremos sincronizar lo subjetivo con los rituales del año, porque así se habilitan significados profundos; de otra forma se vive como un libreto socialmente impuesto. Sin emociones personales, sino colectivas”, según explica la psicóloga.

Año nuevo, vida nueva

La propuesta es tomar conciencia de los cambios, sin temor o dependencia de los meses del año. “La frase que acompaña el brindis festivo de “año nuevo y vida nueva” responde a una verdadera transformación y modificación del concepto que se tiene de uno mismo, aquí y ahora. La percepción de la capacidad o incapacidad de realizar ciertas cosas, muchas veces, se basan en experiencias y traumas del pasado, lo que predeterminan el futuro, y todos estos prejuicios, nos detienen”, insiste la profesional. Y agrega que “en esta época es importante una revisión para animarse a iniciar proyectos y concretar sueños, todo esto, con la firme autorización de uno mismo, independiente de la época del año o el pasado”.

Renovar la percepción sobre uno mismo

La licenciada dice que “el conocimiento interior permite librarse del sentirse juzgado y observado por los demás, sobre todo por la familia, en esta época en que es inevitable la reunión familiar. Cuando las comparaciones, las recriminaciones y la rendición de cuentas de cómo se aprovechó el tiempo, a muchos, angustia. Empezar por desidealizar al otro, a aquel que imaginariamente nos “exige” o demanda atención, o aquel que realmente considera que le debemos algo, es desarrollar una sabiduría y seguridad interna, siempre vigentes”. Todo esto, observa la profesional, “nos va a dar la libertad de evitar a familiares que no suman a nuestra armonía, sin culpas ni complejos, ya que no estamos obligados a vincularnos con nadie, ni siquiera con quienes compartimos parentesco, ya que los vínculos genuinos, aquellos que se han construido con el respeto mutuo, el reconocimiento, la tolerancia y el perdón; se inician, se sostienen y se buscan solo por amor”. Asegura Gabriela que “podremos concentrarnos sin tensiones en compartir con aquellas personas con quienes realmente ha valido la pena encontrarse, ya sea por amistad o por la burocracia cósmica” familiar que nos una.

 

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