Tenencia egoísta de los hijos

La familia es el primer contexto de desarrollo del niño y el más duradero. Los niños necesitan años de apoyo y enseñanza en el hogar antes de estar preparados para ser independientes. Existen situaciones como el divorcio, que requieren una atención especial; los padres deben procurar que sus problemas personales o de pareja no afecten a sus hijos. Si el que tiene la tenencia de los chicos es manipulador causa un tremendo daño.

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El conflicto es de los adultos y estos evitarán hablar mal el uno del otro, echarse la culpa mutuamente de la situación de la ruptura o criticarse. Los conflictos entre los adultos deben resolverse entre ellos, sin implicar a los hijos, a los que no se debe forzar a tomar decisiones a favor de uno de sus progenitores. Como persona que se está formando, el niño o la niña necesita por igual el apoyo de su padre y de su madre.

En el caso del divorcio cuando los hijos son pequeños, es difícil que comprendan por qué su mamá y su papá han decidido separarse. Explicaciones muy profundas y complejas podrían aumentar su confusión: lo mejor es hacer exposiciones sencillas y tratar de que comprendan que sus padres, por el hecho de separarse o divorciarse, no les van a querer menos. Hay que demostrarles el papel importante que siguen teniendo en sus vidas y que ellos, como padres, seguirán compartiendo la responsabilidad de su educación y de su cuidado.

Cuando los padres se separan deben estar de acuerdo acerca de las pautas educativas básicas a seguir, con el fin de mantener un equilibrio en los distintos ambientes donde el niño va a desarrollarse. Es más importante el vínculo de los padres biológicos con sus hijos; después viene la relación con una nueva pareja.

Con la manipulación, la madre o el padre responsabiliza al hijo de que se encuentre contento o triste. La persona manipuladora es caprichosa, egoísta y consentida, no acepta otro punto de vista que no sea el suyo. Es intolerante y está dispuesta a todo con tal de salirse con la suya.

El ajuste de los niños al divorcio es un proceso difícil que lleva tiempo, implica varias tareas complejas que deben enfrentar y resolver, como aceptar la disolución del matrimonio como una realidad, recuperar un sentido de dirección y libertad de proseguir con sus actividades diarias (juego y escuela). Además lidiar con los sentimientos de pérdida y rechazo, perdonar a los padres por divorciarse y aceptar el divorcio como algo permanente. La clave está en saber qué sienten sus hijos, eso ayuda a manejar la situación o recurrir a ayuda especializada; lo ideal es que no sientan la tensión en el ambiente, ya que notan la inestabilidad y se angustian.

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