Seleccionar tus alimentos

Los cambios de estación y las variaciones de clima pueden afectarnos de diferentes formas. Influyen en el ánimo, en las actividades que realizamos e, incluso, en nuestro físico, cualquiera sea la edad.

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Como las ocasiones para usar malla o bikini durante los meses de otoño son muy escasas, con excepción de algún spa o piscina climatizada, siempre hay más licencias y se descuida un poco nuestra dieta saludable.

Cambia la estación del año y se modifican los hábitos, se renueva el vestuario y se alteran algunas rutinas. La alimentación también varía en algunos aspectos, pero comer frutas es fundamental a lo largo de todo el año para mantener el peso y obtener un buen aporte de vitaminas y minerales. Las temperaturas más bajas invitan a comer menos frutas y verduras frescas, se opta por alimentos con más grasa y azúcar porque nuestro ánimo es algo más bajo debido a que hay menos horas de luz en los días de invierno.

La doctora Gabriela Alejandra Tórtolo, médica clínica de Córdoba, especialista en síndrome metabólico y obesidad, sugiere los siguiente: preparar los guisos sin ingredientes grasos y procurar que dominen en ellos las verduras. Incorporar las frutas en la dieta y pensar que son necesarias, cualquiera sea la época.

“Otro factor de riesgo importante a la hora de engordar en invierno es que nos da más pereza hacer ejercicio. Salir de casa con frío es un verdadero reto para algunos y se convierte en un impedimento para estar en forma. Las actividades al aire libre pasan a un segundo plano y el gimnasio se convierte en monótono y aburrido para algunos. Por lo tanto hay que buscar alternativas, elegir actividades del gym que motiven, correr al aire libre se presenta como una buena opción para oxigenarse a fondo. Debido al poco tiempo que pasamos en el exterior a causa del frío y al aire viciado en casas y oficinas, necesitamos respirar profundo. Y nada mejor, que una actividad aeróbica como el footing, que además mejora la circulación y la capacidad pulmonar”, señala.

El aumento del flujo sanguíneo y la secreción de adrenalina ligados al ejercicio estimulan la fabricación de anticuerpos, necesarios para luchar contra gripes y bronquitis. Sin embargo, antes de empezar a correr conviene someterse a un chequeo médico.

“Otra característica de los días en que baja la temperatura es la falta de luz, que reduce los niveles de serotonina (hormona del bienestar), provoca cuadros de tristeza y ansiedad. Correr los aumenta, y así facilita la relajación y la concentración. Además se queman más calorías que en otras épocas del año. En condiciones normales, el jogging quema entre 400 y 500 calorías por hora. Pero cuando las temperaturas bajan, el cuerpo pierde calor, sobre todo en las extremidades, y para luchar contra el frío se multiplica la combustión calórica. De esta forma, en una hora de ejercicio se pierden hasta 700 calorías”.

Solo hay que buscar zonas de la ciudad que no tengan niveles de contaminación altos y disfrutar.

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