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El estudio examinó una muestra de mujeres, diagnosticadas con trastornos de la alimentación, sobre la percepción de sus respectivos padres. Al presentar su trabajo en la Conferencia Internacional de Salud Mental de Surfers Paradise (Australia), el psicólogo John Toussaint, de la Universidad Charles Sturt, lanzó un llamado a los padres para que muestren frente a sus hijas modelos “bodypositive”.
Según la investigación, el 42 por ciento de las pacientes de entre 37 y 55 años tenía un padre híperprotector, mientras el 36 por ciento tenía un padre “distante”. Solo una de cada cinco tenía padres que describía como “amorosos”.
Así surgió un vínculo entre el sentido de rechazo de parte del padre y las mujeres que luchan por ser delgadas y sufren bulimia (la necesidad incontrolable de ingerir alimento, seguida de sentido de culpa y vómito autoprovocado).
Hablan en cambio de un padre invasivo y demasiado protector las pacientes de anorexia, que se manifiesta con el rechazo total a la comida y desencadena graves desequilibrios en la nutrición.
“La relación padre-hija puede ser el gatillo de desórdenes alimentarios patológicos y depresión”, dijo Toussaint.
Sin embargo, las opiniones no son unánimes: para el especialista Stephen Touyz, de la Universidad de Sydney, hay que recorrer un “largo camino” antes de decir que los padres podrían ser responsables de los trastornos alimentarios de sus hijas.
Según Touyz, los pacientes anoréxicos son portadores de un gen particular que los hace vulnerables al desarrollo de problemas en la alimentación. El estrés y la conducta alimentaria desencadenan la enfermedad en los portadores de genes.
Por su parte, la bulimia tiene un vínculo genético con la depresión. “No hay duda de que si hay una familia problemática o estrés en la casa, es un factor que contribuye con un número de desórdenes alimentarios, pero no el único”, agregó Touyz.
Una encuesta realizada en Australia reveló que la imagen corporal era una de las tres principales preocupaciones de las adolescentes de entre 15 y 19 años, y la principal para el 41 por ciento de ellas.
Por su parte, Christine Morgan, de la Fundación Butterfly, dijo que los padres deben enseñar a sus hijas cómo manejar el desafío de las emociones, para que puedan afrontar el estrés de la adolescencia. “Necesitamos un modelo donde el valor sea la persona y no cómo se ve”, agregó Morgan, destacando que los padres no deben ser acusados por los desórdenes psiquiátricos de sus hijos.
“Los padres llevan una pesada carga tratando de cuidar a una persona joven que no está bien”, dijo Morgan. “Habiendo trabajado con muchas familias diferentes, es una rara excepción el padre que no quiere lo mejor para su hijo”, añadió la experta.
Fuente: ANSA