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La magíster Dariela Rumich, neuropsicóloga, refiere que la enfermedad produce lesiones focales del sistema nervioso central, afectando fundamentalmente a los nervios ópticos, a la médula espinal, al cerebro, cerebelo y al tronco cerebral.
“En la mayoría de los casos se observan períodos de remisiones que dejan cierto grado creciente de déficit funcional, mientras que en otros casos la evolución es gradualmente progresiva. De este modo el paciente presenta visión borrosa, debilidad, trastornos de la marcha, trastornos emocionales y cognitivos, disfunción urinaria y sexual, entre otras manifestaciones clínicas”, resalta la profesional.
Factores inmunológicos
Estas manifestaciones “derivan de lesiones desmielinizantes múltiples, focales, distribuidas a lo largo de la sustancia blanca del sistema nervioso central”.
Agrega que “aunque su causa es desconocida, los factores inmunológicos y virales con influencias ambientales y genéticas son los más discutidos y estudiados”.
Rehabilitación neuropsicológica
La doctora afirma que la rehabilitación neuropsicológica ayuda a contener el declive propio del curso característico de esta enfermedad, trabajando estos síntomas de modo sistemático.
El tratamiento es sintomático y no existe cura. Además de las prescripciones médico-farmacológicas correspondientes, se sugieren las siguientes medidas:
-Brindar desde el inicio contención emocional al paciente y a su familia. Además, proporcionar la máxima información para comprender y manejar la situación.
-Promover asistencia psicoterapéutica, rehabilitación física, neuropsicológica, asesoramiento laboral y asistencia social, que son importantes para la persona afectada y su entorno.
-Acompañamiento nutricional.
-Abordaje fonoaudiológico de modo a tratar las dificultades para hablar y tragar.