¿No puede oler?

Los olores y sabores son parte de nuestra vida, cuando falla el proceso y la función de estos sentidos la persona se priva de los placeres de la percepción y además puede verse en peligro.

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La doctora María Adelaida Bock, con formación en patologías del olfato y gusto del servicio de otorrinolaringología del Hospital de Clínicas de Buenos Aires (UBA), señala que el olfato y el gusto son dos de los cinco sentidos del ser humano. Si bien parecen menos importantes que la vista y el oído, están relacionados con el disfrute de la vida y la protección ante situaciones que pueden apeligrar la vida.

La experta advierte que “cuando hablamos de seguridad, el olfato es un sentido que pone en alerta ante peligros inminentes, como escapes de gas, humo de incendios, o alimentos en mal estado. Además, el sentido del olfato tiene mucho que ver en el relacionamiento interpersonal, al ser importante en el aseo personal”.

La capacidad de oler también es importante “en la calidad de vida, en el disfrutar de los distintos perfumes y aromas diarios, muchos de los cuales representan emociones, como por ejemplo, un aroma muy conocido en nuestro país es el de la flor de coco, relacionado con la época de la Navidad, las reuniones familiares y otros recuerdos que generan emociones en la vida de cada ser humano”. Y para muestra dice que “se ha demostrado que el feto dentro del vientre materno aprende a identificar algunos aromas a través del líquido amniótico y que el recién nacido aprende a identificar a la madre a través del aroma percibido durante la lactancia, reforzándose así los lazos afectivos entre la madre y el bebé. Quien más o quien menos, se ha experimentado colocar un pañuelo o alguna ropa con el olor de la madre en la cuna del bebé para que este duerma más tranquilamente, al sentir cerca el aroma de la madre”.

Por otra parte, “el gusto actúa también en la seguridad de vida del paciente evitando la ingesta de alimentos en mal estado. Juntos, olfato y gusto, participan en la distinción del “sabor”, que es el disfrute de los alimentos”.

La automedicación por procesos alérgicos

“Los pacientes portadores de rinitis alérgica, permanente o no tratada adecuadamente, tienden más a padecer rinosinusitis crónica, la cual es la principal causa de hiposmia (disminución de la capacidad olfativa)”, según dice la especialista.

“La automedicación hace que la enfermedad se vuelva crónica o se agreguen otras complicaciones que afectan el olfato, al provocar una inflamación crónica de la mucosa nasal, impidiendo que los odorantes lleguen a estimular los receptores olfatorios que se encuentran en el techo de la nariz”.

Procesos alérgicos

Muchos pacientes que sufren procesos alérgicos a repetición se automedican y refieren que no huelen. La doctora Bock comenta que “los portadores de rinitis alérgica, sobre todo permanente o no tratada adecuadamente, tienden más a padecer rinosinusitis crónica, la cual es la principal causa de hiposmia (disminución de la capacidad olfativa)”.

Según se constata “la automedicación tiende a que la enfermedad se vuelva crónica o pueda agregarse otras complicaciones que pueden llegar a afectar el olfato, al provocar una inflamación crónica de la mucosa nasal. Esta impide así que los odorantes lleguen a estimular los receptores olfatorios que se encuentran en el techo de la nariz”.

Asimismo, “existen algunas medicaciones que pueden provocar como efecto colateral alteraciones del gusto (hiposmias o disgeusias)”, culmina.

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