Los hijos rebeldes que se van de la casa

Al cumplir la mayoría de edad, los jóvenes quieren independizarse, y en ese afán pelean con sus padres y se lanzan a la libertad. Si fueron impulsados por malas compañías, es probable que sufran mucho.

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La licenciada Diana S. Lesme Romero, sicóloga, orienta sobre algunas situaciones que destruyen a las familias.

–¿Cómo influyen las malas compañías en los hijos de entre 18 y 20 años?

–La influencia de los pares en la toma de decisiones es especialmente importante en la adolescencia. En nuestra cultura, cumplir 18 tiene una impronta legal que divide la minoría de edad de la mayoría, por lo que para muchos adolescentes su cumpleaños número 18 es como un pasaje automático e inmediato a la adultez. Sabemos, sin embargo, que el proceso de madurar y asumirse adulto tiene distintos tiempos para cada quien y particularidades. Tomar decisiones con criterio argumentado propio es una apuesta, e implica el desafío de hacerse responsable de las decisiones y sus consecuencias. Las trilladas denominadas “malas compañías” tendrán influencia en mayor o menor medida, según cuán estructurado, organizado y dispuesto psíquicamente esté el o la joven para tomar sus propias decisiones.

–¿Por qué deciden cortar el vínculo con el hogar?

–No siempre lo hacen, pero algunos que sí deciden salir de la casa a esa edad tienen la fantasía de que la mayoría de edad inmediatamente los habilita para dejar de escuchar las voces (con frecuencia, imposiciones normativas) de sus padres. Algo así como “ahora puedo hacer lo que quiero”. Esta “salida” del hogar en algunas culturas suele ser una imposición.

–¿Qué pueden hacer los padres?

–Ante la decisión de salir de la casa, los padres pueden experimentar sentimientos de abandono, de rechazo y, a veces, al mismo tiempo, satisfacción por logros del hijo. Es importante escuchar atenta y respetuosamente el proyecto de independizarse que tiene, ayudarlo para que la decisión sea tomada con tiempo, y sea procesada, dosificada y realista. Contradecir con frases como “no sabés lo que es vivir solo”, “sos muy chico aún”, “te vas a fundir la vida si te vas” no apunta a construir criterios para la toma de decisiones. Diseñar juntos mecanismos de apoyo suele ser muy apreciado por los jóvenes. Por ejemplo, cuáles son los dispositivos de seguridad con que contará en el lugar, cómo planificar sus finanzas o cómo organizar la lista de compras.

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