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La educación sexual como proceso implica desde el nacimiento, a través de todas las acciones que el niño presencia o sufre, aunque los padres y otras personas del entorno no tengan conciencia de estar educando. Desde lo consciente y lo inconsciente que vaya elaborando en las distintas etapas vitales. Uno entiende que la educación sexual es solo explícita, pero no es así, ya que hay imágenes, gestos, vivencias que uno se encuentra procesando sin que el propio sujeto asuma muchas veces esta enseñanza aprendizaje. Esas acciones, percepciones, en su mayoría indirectas, establecerán en el individuo la vivencia psíquica, la práctica de su sexualidad y la idea de la sexualidad en general.
La familia es responsable de una parte de la formación de los individuos en lo respecta al campo de la sexualidad, no siendo la única, actúan otros factores. La información seria sobre el campo de la sexualidad es muy importante, pero no es suficiente. Hay otras condiciones conscientes e inconscientes que entran en juego sobre las actitudes y comportamientos en el momento de la toma de decisiones. Por ello, se explica muy bien cuando jóvenes o adultos que tienen toda la información sobre cómo cuidarse profilácticamente, cómo relacionarse, lo hacen de manera destructiva o con complicaciones. Es el caso de los embarazos en adolescentes.
Se podría pensar en algunas causales en los embarazos en adolescentes, que son cada vez más crecientes: la gran contradicción del siglo XXI es que existe una enorme facilidad para acceder a la comunicación y a los sistemas de comunicación como las redes sociales y las posibilidades del mundo virtual, mensajes de toda índole, llamadas gratuitas y otros; sin embargo, no nos comunicamos, o la comunicación es insuficiente o alterada. Probablemente, al contrario de valorar y beneficiarse con estos canales, no lo hacemos o lo adulteramos. Por ende, la comunicación sobre actitudes o comportamientos sobre la sexualidad son insuficientes entre padres e hijos.
Otro de los grandes problemas existentes es que no nos escuchamos. Existe casi una disfuncionalidad ante la escucha, en el sentido de que los padres solo esperan que coincidan con su pensamiento el del adolescente: ni lo escuchan ni lo atienden. Y los adolescentes descalifican la experiencia de sus padres, y tampoco los escuchan. Finalmente, nadie escucha a nadie. ¿Cómo hablarían entre ellos sobre miedos o prejuicios en sexualidad si no se escuchan?
Existen múltiples factores por los cuales uno tiene relaciones sexuales, como el placer, el orgasmo, un buen momento, sensación de ser amados, deseados, etc. Es necesaria la información sobre los métodos anticonceptivos y su buen manejo. En algunos casos eso no es suficiente; siguen existiendo prejuicios, y fruto de ese mal manejo de la información suelen ser el embarazo y las infecciones transmisibles.
Cada familia tiene derecho a educar explícita o implícitamente sobre la sexualidad, los valores y creencias, de acuerdo al contexto geográfico y a la época. La sexualidad es un tema inherente al ser humano.
Maestría en terapia de pareja y familia, IUSAM-APdeBA, Argentina.