La psoriasis

La psoriasis es una enfermedad de la piel que se caracteriza por presentar lesiones cutáneas, como escamas en tono blanco, inflamación, enrojecimiento y resequedad. Esta patología no es contagiosa, pero sus síntomas afectan en gran medida la autoestima de quien la padece.

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La psoriasis puede aparecer en ciertas partes del cuerpo, como en el cuero cabelludo, en las uñas, los codos, las rodillas, etc.

La doctora Romy Giardina, dermatóloga, afirma que la mayoría de los casos de psoriasis pueden ser hereditarios, debido a la incidencia de esta enfermedad en personas con familias afectadas por esta patología.

“Se cree también que la psoriasis puede estar vinculada a ciertos genes hereditarios, sin embargo el mecanismo que subyace no se conoce todavía con exactitud. Sin embargo, existen factores desencadenantes tanto del primer episodio como de los rebrotes, como el estrés tanto físico como psicológico, los malos hábitos de vida (obesidad, consumo de alcohol y tabaco, falta de ejercicios físicos, etc.), además del suministro de ciertos medicamentos (como antiinflamatorios), traumatismos físicos, factores climáticos, entre otros”, acota.

Subraya la doctora que la enfermedad puede desarrollarse brusca o gradualmente, y a cualquier edad, aunque es más común entre los 15 y los 35 años. No es contagiosa, no conlleva daños severos para la salud, excepto en los casos más graves. Afecta la calidad de vida de quienes la padecen, ya que además de las molestias propias de la enfermedad tiene fuertes repercusiones sobre la autoestima.

“El objetivo del tratamiento es reducir los síntomas y tenerlos bajo control por períodos prolongados si fuese posible. El procedimiento debe apuntar también a mejorar el ánimo y fortalecer la autoestima de la persona afectada. Actualmente los principales tratamientos médicos son tópicos (como los derivados de la vitamina A, emolientes, etc.), sistémicos (que se pueden administrar en pastillas o inyectables), la fototerapia (con luz ultravioleta), y los biológicos”, indica.

Resalta que “el último es una nueva forma de terapia sistémica, se los llama así porque están hechos con proteínas producidas a partir de células vivas, no químicamente, y se los reserva para los casos más graves y que no han mejorado con otros tratamientos sistémicos, por su elevado costo y por los posibles efectos secundarios”.

Aconseja la profesional que lo ideal es evitar los desencadenantes, llevar un estilo de vida saludable y mantener la piel hidratada.

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