La piel en el climaterio

La menopausia se produce entre los 45 y los 55 años en el 65% de las mujeres. En esta etapa la piel necesita cuidados y protección porque hay cambios hormonales importantes.

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La menopausia es un hecho biológico; el 25% de las mujeres la tienen antes de los 45 años, y un 5% después de los 55. El climaterio es aquella etapa de la vida de la mujer que abarca desde el momento en que la ovulación comienza a ser deficitaria hasta que se suspende por completo. La doctora Luz Flores Lacarrubba, dermatóloga, explica que “mientras que la menopausia es una fecha concreta, el climaterio es un período de tiempo más o menos prolongado. Si se tiene en consideración que la expectativa de vida de la mujer en las sociedades desarrolladas se sitúa en los 80 años o más, el tiempo que le queda por vivir en dicho periodo corresponde a más de un tercio de su existencia”.

Es una etapa en la que los hallazgos cutáneos se modifican: “la piel de la mujer disminuye su funcionalidad, produce menos grasa, menos sudor, reduce parcialmente su temperatura y aumentan la permeabilidad y reactividad vascular, debido a la disminución del espesor de la epidermis y la disminución de la producción de colágeno, así como la menor producción de estrógenos ováricos”.

Se habla del enlentecimiento celular porque, según afirma la especialista, disminuye la capacidad de reparación de los tejidos, aumenta la laxitud cutánea, sobre todo en aquellas mujeres que no siguen un tratamiento hormonal sustitutivo y quienes reciben gran cantidad de radiación ultravioleta a lo largo de su vida. “Al haber menos colágeno, la piel es menos elástica: el 5% de aquel se pierde durante los primeros 5 años. Aparece la flacidez, sobre todo en el rostro, brazos y muslos”.

Como consecuencia de estos cambios macroscópicos y fisiológicos, la piel se vuelve más seca, escamosa y menos elástica, con el consiguiente aumento de las arrugas cutáneas.

“La mujer posmenopáusica adquiere un mayor grado de hiperpigmentación que la premenopáusica con las mismas horas de exposición a la luz y con el mismo estilo de vida”.

Esto ocurre porque “los estrógenos, que controlan el funcionamiento de los melanocitos –células encargadas del tono cutáneo–, disminuyen, perdiendo el control sobre la melanina y provocando la aparición de manchas de la edad y lentigos (manchas por el sol)”.

La profesional agrega que las mucosas pierden su grado de humedad. Las uñas crecen más lentamente, se hacen más frágiles y con facilidad aparecen estrías y surcos en su superficie. El vello, en general, disminuye, puede llegar a menos de la mitad.

La duración del ciclo del folículo piloso se reduce: “el pelo se vuelve cada vez más fino y más corto.

“Los depósitos de grasa en el cuerpo femenino se redistribuyen, rostro, piernas, brazos y mamas adelgazan, y aumentan a nivel abdominal, en nalgas y muslos. Y la piel de las palmas de las manos y plantas de los pies se hace más gruesa y con tendencia a las grietas, sobre todo si hay exceso de peso.

Pero ¡ánimo, mujeres! La ciencia y la cosmética proponen tratamientos que pueden hacer menos traumáticos estos cambios. Comiencen por visitar al dermatólogo.

En consultorio * Las lesiones de envejecimiento pueden mejorar con un tratamiento dermatológico o quirúrgico adecuado: la aplicación de peelings químicos, las inyecciones de ácido hialurónico o los implantes faciales, la toxina botulínica, la criocirugía, la cirugía estética (lifting, lipoescultura, perfiloplastia o cirugía del perfil) y el láser son las opciones.

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