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En Estados Unidos el número de miopes casi se ha duplicado desde los años 70 (del 25% al 41,6% actual) y, en Europa, más del 47% de los jóvenes (entre 25 y 29 años) tienen miopía y de ellos el 11% tienen miopía alta (más de seis dioptrías).
En España, casi el 25% de la población es miope (11,5 millones de personas) y entre los jóvenes de 21 a 30 años este porcentaje asciende casi al doble, con un 47,6%, una cifra similar a la media europea.
Estas son algunas de las principales conclusiones de la mesa redonda celebrada en Madrid, coincidiendo con el Día Mundial de la Visión, organizada por la Asociación de Miopía Magna con Retinopatías y en la que participaron varios expertos.
Y ¿por qué ha aumentado el índice de la miopía, ese crecimiento excesivo del ojo que causa un problema de refracción?
Según explicó el profesor de Óptica y Optometría Juan Gonzalo Carracedo porque, a las causas genéticas, se han sumado las ambientales.
Estas son: excesivo trabajo de cerca (“estamos más atados al smartphones, tablets y ordenadores”, dice el experto); poco tiempo al aire libre (la falta de luz solar inhibe la dopamina, que a su vez frena el crecimiento excesivo del ojo) y por los estilos de vida diferentes que favorecen los anteriores factores, por ejemplo, el exceso de presión académica.
Hace treinta o cuarenta años, según explica Carracedo, el porcentaje de miopes con más de seis dioptrías eran en su mayoría por la genética, pero a estos se han sumado ahora los pacientes que se podían haber quedado con tres o cuatro dioptrías y que también han superado esa cifra debido al estilo de vida.
La situación que dibujan los oftalmólogos en Estados Unidos y Europa es preocupante, pero el peor escenario lo tienen en Asia, donde la prevalencia de miopía ha aumentado en un 450%, del 20% de los años cincuenta al 90% actual en pacientes con más de veinte años, y ahí se ve claramente que los hábitos de vida han hecho mella.
La competencia exige a los niños que viven en China estudiar numerosas horas a lo largo del día, utilizan mucho la vista de cerca y la revolución tecnológica, además, hace difícil ralentizar la progresión de la miopía.