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Pruebas y exámenes finales colocan a la familia frente a dificultades gigantescas si no se estudió con tiempo. Para muchos, es una etapa que se pasa sin mayores esfuerzos, y otros sufren hasta con síntomas físicos. Veamos qué ocurre.
La máster Joanna Muñoz, psicóloga educacional, afirma que se acerca el fin del año escolar y la mayoría de los niños y sus padres sienten el cansancio por estar en una avanzada etapa del año, pero al mismo tiempo hay ánimo con cierta dosis de ansiedad por enfrentarse a los exámenes finales, teniendo en cuenta que la mayoría de los niños buscan terminar satisfactoriamente el año aprobando todas las materias, para poder disfrutar a pleno las vacaciones. “Para quienes lo logran, se refuerza su autoestima, autoafirmación y satisfacción personal”, dice la profesional.
“Los docentes, así como los padres, cumplen un papel fundamental en esta época del año. Es importante que incentiven la dedicación y el repaso de las lecciones, pero no como una competencia para obtener buenas calificaciones, sino para lograr la consolidación del contenido de las diferentes materias, explicando a los niños cuánto puede serles útil para los próximos años y en su vida cotidiana”, afirma.
Por su parte, la licenciada Miriam Silberstein, magíster en metodología de la Investigación Científica, explica que en el campo de la educación los objetivos son parámetros de evaluación. Son el resultado que se espera logre el alumno al finalizar el proceso de aprendizaje, son el punto de partida para seleccionar, organizar y conducir los contenidos. Es decir, son la guía para determinar cuál ha sido el progreso de los alumnos y facilitar así a los profesores y directivos la labor de determinar qué aspectos se lograron durante el año y cuáles deben ser reforzados”.
Añade que es bueno realizar un balance de las metas conseguidas, de los nuevos desafíos; aprender y superarse día a día. “También es importante aprender a trabajar en grupo y desarrollar los conocimientos, agradecimientos y satisfacciones por los logros alcanzados”, agrega.
Para la psicóloga Muñoz, por parte de los docentes resulta muy productivo “reforzar los aspectos morales, éticos, sociales, como los cognitivos, para ir formando alumnos o personas de bien. Moldear personalidades sanas, por ejemplo, resaltar a los niños los valores de cooperación, respeto, dedicación en las tareas y buena comunicación”.
Muchos padres, advierte, creen que prometiéndoles regalos a los niños los están incentivando, pero solo los condicionan a responder frente a un premio, y esto no genera un hábito.
Es mucho más beneficioso inculcarles el valor del estudio, como obligación de estudiantes y disfrutar de una cena en casa, tomar helado, ir al cine, al parque, lo que prefiera el infante, para celebrar su esfuerzo en la etapa final (nunca dirigirnos a las calificaciones)”, remarca la especialista.
Los padres
“El fin de curso es una estupenda oportunidad para revisar con el hijo cuáles fueron los principales logros y qué aspectos del aprendizaje requieren refuerzo”, subraya la licenciada Silberstein.
Insiste en que “es el docente la fuente de información acerca del desempeño del alumno y sus sugerencias son muy útiles para el próximo año escolar”.
Estudiar y salir airoso implica esfuerzo. ¡Te deseamos éxitos!