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El Parkinson es una enfermedad neurológica, degenerativa y progresiva, que se da por la falta de dopamina (un neurotransmisor). La dopamina controla los movimientos por parte de nuestro cerebro. La destrucción de las neuronas que producen dopamina produce el Parkinson.
Afecta a personas de ambos sexos, pero con predominio en hombres y generalmente luego de los 50 años.
Los síntomas principales son el temblor, la rigidez y la acinesia (falta de movimiento). El temblor del Parkinson es muy característico y se diferencia de otro tipo de temblores porque es un "temblor en reposo"; es decir, que al efectuar un movimiento no tiembla, sino cuando el miembro está relajado y es más notable en manos y pies.
La rigidez le lleva a mantener un tono muscular muy elevado y le impide realizar muchos movimientos con naturalidad.
La acinecia da ese aspecto de "cara de póker" por la inexpresividad del rostro y le dificulta el inicio de todos los movimientos, como por ejemplo la marcha, dijo la Lic. Patricia Gutiérrez, fisioterapeuta y máster en gerontología.
Hasta el día de hoy no se conoce la etiología (aunque hay varias versiones) ni ningún tratamiento que pueda "curar" la enfermedad (algunos están en fase experimental).
Cómo se trata
El tratamiento médico consiste en la administración de medicinas que puedan paliar el déficit de la dopamina.
El tratamiento kinésico es importantísimo porque retrasa el avance de la enfermedad y le aporta movimientos más armónicos y coordinados a la persona.
El problema de la enfermedad de Parkinson es que afecta el control y la coordinación de los movimientos, así como también la estabilidad y la marcha. Desde la fisioterapia se realizarán ejercicios adecuados y específicos.
El tratamiento kinésico
Consiste en ejercicios de flexibilidad, de la columna y los miembros, para combatir la rigidez, estiramientos, ejercicios respiratorios, ejercicios de coordinación y equilibrio, para facilitar los movimientos. Además, ejercicios de pre-marcha y marcha para evitar caídas, ejercicios de relajación.
Se le enseña al paciente cómo realizar las tareas cotidianas con menor esfuerzo y mayor funcionalidad, cuidando los movimientos y la postura. El objetivo es mantener o restablecer la autonomía de la persona siempre apuntando a mejorar su calidad de vida.
Afecta a personas de ambos sexos, pero con predominio en hombres y generalmente luego de los 50 años.
Los síntomas principales son el temblor, la rigidez y la acinesia (falta de movimiento). El temblor del Parkinson es muy característico y se diferencia de otro tipo de temblores porque es un "temblor en reposo"; es decir, que al efectuar un movimiento no tiembla, sino cuando el miembro está relajado y es más notable en manos y pies.
La rigidez le lleva a mantener un tono muscular muy elevado y le impide realizar muchos movimientos con naturalidad.
La acinecia da ese aspecto de "cara de póker" por la inexpresividad del rostro y le dificulta el inicio de todos los movimientos, como por ejemplo la marcha, dijo la Lic. Patricia Gutiérrez, fisioterapeuta y máster en gerontología.
Hasta el día de hoy no se conoce la etiología (aunque hay varias versiones) ni ningún tratamiento que pueda "curar" la enfermedad (algunos están en fase experimental).
Cómo se trata
El tratamiento médico consiste en la administración de medicinas que puedan paliar el déficit de la dopamina.
El tratamiento kinésico es importantísimo porque retrasa el avance de la enfermedad y le aporta movimientos más armónicos y coordinados a la persona.
El problema de la enfermedad de Parkinson es que afecta el control y la coordinación de los movimientos, así como también la estabilidad y la marcha. Desde la fisioterapia se realizarán ejercicios adecuados y específicos.
El tratamiento kinésico
Consiste en ejercicios de flexibilidad, de la columna y los miembros, para combatir la rigidez, estiramientos, ejercicios respiratorios, ejercicios de coordinación y equilibrio, para facilitar los movimientos. Además, ejercicios de pre-marcha y marcha para evitar caídas, ejercicios de relajación.
Se le enseña al paciente cómo realizar las tareas cotidianas con menor esfuerzo y mayor funcionalidad, cuidando los movimientos y la postura. El objetivo es mantener o restablecer la autonomía de la persona siempre apuntando a mejorar su calidad de vida.