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La E.A. (enfermedad de Alzheimer) es la forma de demencia más común. Se caracteriza por la destrucción de las fibras nerviosas y de conexiones en la corteza cerebral. Las personas afectadas pierden la memoria progresivamente y se les deteriora el lenguaje, las habilidades motoras, la orientación temporoespacial y las percepciones.
Al principio se da cuenta de lo que pasa y puede padecer de irritabilidad, angustia o depresión. El proceso dura de 5 a 10 años, y en su etapa final pierden la movilidad y el control de sus funciones corporales. Se convierte en la cuarta de las principales causas vasculares cerebrales. La E.A. afecta a hombres y mujeres casi por igual. La mayoría de las víctimas son de más de 65 años de edad; sin embargo, puede afectar a los 40 ó 50 años. La mayoría de las víctimas son atendidas en sus hogares, aunque en los asilos las mayoría sufre además de demencia.
No existe una única prueba para identificar la E.A., se hace necesario excluir otras patologías: la depresión, reacciones adversas a medicamentos, caminos metabólicos, deficientes nutricionales, lesiones del cerebro y accidente vascular cerebral.
Toda persona con síntomas que podrían ser de E.A. deben someterse a una minuciosa evaluación: historial médico completo, examen físico, evaluación del estado neurológico y mental, así como otras pruebas diagnósticas que incluyan: exámenes de sangre, de orina, electrocardiograma y radiografía de tórax. Además se recomienda tomografía por computadora, electroencefalograma y examen de líquido cefalorraquídeo y resonancia magnética.
En cuanto al tratamiento, a pesar de que hasta el presente no hay cura disponible para la E.A., una adecuada planificación médica y social puede aliviar la carga para el paciente y su familia. Las medicinas apropiadas puede disminuir la agitación, la ansiedad y el comportamiento impredecible, así como mejorar la regularidad del sueño y tratar la depresión. El ejercicio físico y las actividades sociales son importantes como también sereno y bien estructurado puede ayudar a la persona afectada, a conservar en lo posible el más alto nivel de comodidad y de dignidad.
Implicación social: cuidar a las cuidadoras.
Es el motivo principal del artículo. Es una de las enfermedades que más hace sufrir al entorno. Es difícil el sufrimiento de sus íntimos. Tu padre o tu madre no te conoce, no sabe quién sos; solo este hecho genera un estado de angustia con tristeza infinita. Las personas que más cuidan a estos pacientes son habitualmente mujeres: esposas o hijas, y estas tareas suponen una sobrecarga de trabajo, lo que junto con el dolor por el padecimiento de una persona querida las hacen sufrir con frecuencia trastornos de ansiedad o depresión. Cuidar a las cuidadoras es, por lo tanto, un aspecto fundamental en el proceso de atención a las personas con E.A.; se incluyen, además de recursos de apoyo, en el sentido de hacerla tratar de su estado depresivo u otras enfermedades a fin de poder resistir y enfrentar con más ánimo el problema familiar.
Dr. Manuel Elizeche, médico siquiatra.
Al principio se da cuenta de lo que pasa y puede padecer de irritabilidad, angustia o depresión. El proceso dura de 5 a 10 años, y en su etapa final pierden la movilidad y el control de sus funciones corporales. Se convierte en la cuarta de las principales causas vasculares cerebrales. La E.A. afecta a hombres y mujeres casi por igual. La mayoría de las víctimas son de más de 65 años de edad; sin embargo, puede afectar a los 40 ó 50 años. La mayoría de las víctimas son atendidas en sus hogares, aunque en los asilos las mayoría sufre además de demencia.
No existe una única prueba para identificar la E.A., se hace necesario excluir otras patologías: la depresión, reacciones adversas a medicamentos, caminos metabólicos, deficientes nutricionales, lesiones del cerebro y accidente vascular cerebral.
Toda persona con síntomas que podrían ser de E.A. deben someterse a una minuciosa evaluación: historial médico completo, examen físico, evaluación del estado neurológico y mental, así como otras pruebas diagnósticas que incluyan: exámenes de sangre, de orina, electrocardiograma y radiografía de tórax. Además se recomienda tomografía por computadora, electroencefalograma y examen de líquido cefalorraquídeo y resonancia magnética.
En cuanto al tratamiento, a pesar de que hasta el presente no hay cura disponible para la E.A., una adecuada planificación médica y social puede aliviar la carga para el paciente y su familia. Las medicinas apropiadas puede disminuir la agitación, la ansiedad y el comportamiento impredecible, así como mejorar la regularidad del sueño y tratar la depresión. El ejercicio físico y las actividades sociales son importantes como también sereno y bien estructurado puede ayudar a la persona afectada, a conservar en lo posible el más alto nivel de comodidad y de dignidad.
Implicación social: cuidar a las cuidadoras.
Es el motivo principal del artículo. Es una de las enfermedades que más hace sufrir al entorno. Es difícil el sufrimiento de sus íntimos. Tu padre o tu madre no te conoce, no sabe quién sos; solo este hecho genera un estado de angustia con tristeza infinita. Las personas que más cuidan a estos pacientes son habitualmente mujeres: esposas o hijas, y estas tareas suponen una sobrecarga de trabajo, lo que junto con el dolor por el padecimiento de una persona querida las hacen sufrir con frecuencia trastornos de ansiedad o depresión. Cuidar a las cuidadoras es, por lo tanto, un aspecto fundamental en el proceso de atención a las personas con E.A.; se incluyen, además de recursos de apoyo, en el sentido de hacerla tratar de su estado depresivo u otras enfermedades a fin de poder resistir y enfrentar con más ánimo el problema familiar.
Dr. Manuel Elizeche, médico siquiatra.