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La pérdida de uno o varios dientes en la zona anterior de la cavidad bucal trae consigo alteraciones que afectan al paciente en su masticación, su habla y, sobre todo, en su sonrisa.
Una opción bien conocida para tratar este problema es la utilización de implantes dentales oseointegrados, en la zona afectada, que sujetan coronas protésicas artificiales que sustituirán a las de los dientes naturales ausentes.
Cuando el odontólogo planifica cómo utilizar estos implantes para restaurar la sonrisa debe determinar primero si la pérdida de estos dientes fue acompañada con la del hueso que los sostenía, ya que este alojará a las réplicas de las raíces ausentes. Si no existe una cantidad o calidad de tejido óseo apropiado, se deben emplear técnicas consagradas para lograr su regeneración. Un aspecto que no debe ser pasado por alto en la planificación, y lo es muchas veces, es la cantidad de encía que está presente en la zona, ya que ella juega un papel preponderante para obtener un resultado estético agradable para el paciente.
La importancia de la encía en la sonrisa reside en que ella, en un alto porcentaje, forma parte de la misma, y si solo nos preocupamos en restituir la pérdidas óseas y dentarias tendríamos como resultado coronas implantosoportadas muy altas en comparación a los dientes vecinos o con espacios negros entre ellas.
Durante la sonrisa, la mayoría de las personas muestran dientes (estética blanca) y una pequeña porción de encía (estética rosada), otras exhiben totalmente sus dientes junto con un gran ancho de encía y solamente algunos, un 20% de la población, muestra exclusivamente parte de los dientes. Como vemos, si no es considerado el color rosa al planificar la rehabilitación se tendrá algún tipo de defecto estético en la sonrisa.
Condiciones faciales
Establecida la necesidad de restituir la encía por medio del tratamiento, se debe dejar claro que la realización y los alcances están ya delimitados por varios factores anatómicos propios del paciente: cara (altura, proporciones, surcos faciales, tamaño de los labios), dientes (tamaño, proporción, forma) y la encía misma (calidad, grosor, color). El profesional evalúa las condiciones faciales y bucales, realizando previamente un "diseño de la sonrisa" que pueda ser devuelta. En este momento se decide si es necesario modificar los dientes vecinos para lograr armonía en la zona.
Esta falta de encía puede ser tratada de dos formas. La primera es la realización de injertos para reponer las pérdidas. Estos injertos provienen de otras zonas de la cavidad bucal, siendo el paladar la más utilizada. Para determinar si este tratamiento va a ser el adecuado, cada caso debe ser analizado individualmente, pues existen factores que influencian la decisión, a saber: cuánta encía es necesaria, cuál es su calidad, de dónde tomaremos el injerto, cuál es la dificultad para la técnica y cómo ella afectará al paciente. De ser elegidos estos procedimientos, ellos pueden ser efectuados antes de la colocación de injertos óseos (cuando estos también son necesarios) o luego de ellos, para lograr un espesor adecuado de tejido gingival. Con la evolución de las técnicas quirúrgicas las zonas donantes manifiestan poca o ninguna alteración.
(*) Prof. Dr. Rubén Di Tore Aquino, decano de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Asunción (FOUNA).
(*) Dr. Alfredo Alderete Llamosa, docente de la Cátedra de Cirugía Bucal III (FOUNA).
Una opción bien conocida para tratar este problema es la utilización de implantes dentales oseointegrados, en la zona afectada, que sujetan coronas protésicas artificiales que sustituirán a las de los dientes naturales ausentes.
Cuando el odontólogo planifica cómo utilizar estos implantes para restaurar la sonrisa debe determinar primero si la pérdida de estos dientes fue acompañada con la del hueso que los sostenía, ya que este alojará a las réplicas de las raíces ausentes. Si no existe una cantidad o calidad de tejido óseo apropiado, se deben emplear técnicas consagradas para lograr su regeneración. Un aspecto que no debe ser pasado por alto en la planificación, y lo es muchas veces, es la cantidad de encía que está presente en la zona, ya que ella juega un papel preponderante para obtener un resultado estético agradable para el paciente.
La importancia de la encía en la sonrisa reside en que ella, en un alto porcentaje, forma parte de la misma, y si solo nos preocupamos en restituir la pérdidas óseas y dentarias tendríamos como resultado coronas implantosoportadas muy altas en comparación a los dientes vecinos o con espacios negros entre ellas.
Durante la sonrisa, la mayoría de las personas muestran dientes (estética blanca) y una pequeña porción de encía (estética rosada), otras exhiben totalmente sus dientes junto con un gran ancho de encía y solamente algunos, un 20% de la población, muestra exclusivamente parte de los dientes. Como vemos, si no es considerado el color rosa al planificar la rehabilitación se tendrá algún tipo de defecto estético en la sonrisa.
Condiciones faciales
Establecida la necesidad de restituir la encía por medio del tratamiento, se debe dejar claro que la realización y los alcances están ya delimitados por varios factores anatómicos propios del paciente: cara (altura, proporciones, surcos faciales, tamaño de los labios), dientes (tamaño, proporción, forma) y la encía misma (calidad, grosor, color). El profesional evalúa las condiciones faciales y bucales, realizando previamente un "diseño de la sonrisa" que pueda ser devuelta. En este momento se decide si es necesario modificar los dientes vecinos para lograr armonía en la zona.
Esta falta de encía puede ser tratada de dos formas. La primera es la realización de injertos para reponer las pérdidas. Estos injertos provienen de otras zonas de la cavidad bucal, siendo el paladar la más utilizada. Para determinar si este tratamiento va a ser el adecuado, cada caso debe ser analizado individualmente, pues existen factores que influencian la decisión, a saber: cuánta encía es necesaria, cuál es su calidad, de dónde tomaremos el injerto, cuál es la dificultad para la técnica y cómo ella afectará al paciente. De ser elegidos estos procedimientos, ellos pueden ser efectuados antes de la colocación de injertos óseos (cuando estos también son necesarios) o luego de ellos, para lograr un espesor adecuado de tejido gingival. Con la evolución de las técnicas quirúrgicas las zonas donantes manifiestan poca o ninguna alteración.
(*) Prof. Dr. Rubén Di Tore Aquino, decano de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Asunción (FOUNA).
(*) Dr. Alfredo Alderete Llamosa, docente de la Cátedra de Cirugía Bucal III (FOUNA).