Es una respuesta necesaria de nuestro cuerpo para la supervivencia y cierto nivel de estrés puede ser hasta beneficioso. A pesar de eso, hoy día todo estrés se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este mecanismo de defensa de nuestro cuerpo puede acabar –bajo determinadas circunstancias– desencadenando problemas graves de salud; especialmente cuando se produce de manera continuada. Walter Cannon en 1926 utilizó por primera vez la palabra estrés para referirse a factores externos que producían una disrupción de lo que él llamaba homeostasis (equilibrio del organismo para mantener una condición óptima).
El sistema inmunológico es el sistema de defensa que tiene nuestro cuerpo para luchar contra las enfermedades. Cuando el equilibrio de una o varias hormonas es alterada en el cuerpo, el efecto de estos cambios pueden volverse perjudiciales para el sistema inmunológico. Muchas son las investigaciones científicas que han demostrado un efecto negativo del estrés sobre el sistema inmunológico. La gran mayoría de los estudios se hicieron exponiendo a individuos a diferentes virus. En uno de los estudios fueron elegidos esposos que cuidaban a sus cónyuges con demencia senil y que representaban al grupo sometido al estrés. Los investigadores demostraron en este grupo una significativa disminución en la respuesta inmunológica cuando se los expuso al virus de la influenza a través de vacunas, en comparación con otro grupo de individuos no sometidos a situaciones de estrés.
Es importante recordar que la forma en que afecta un hecho estresante agudo es muy diferente al de las formas crónicas de sometimiento al estrés. El estrés crónico es un estado de tensión prolongado debido a factores externos o internos que pueden causar varias manifestaciones físicas como asma, dolores lumbares, arritmias cardiacas, fatigas, dolores de cabeza, síndrome del colon irritable, úlceras y la misma supresión o disminución de la respuesta del sistema inmunológico. El estrés crónico produce un significativo efecto a la larga en el cuerpo humano; muy diferente al del estrés agudo. Puede elevar la presión arterial, aumentar el riesgo de un ataque cardiaco o de un accidente vascular cerebral. También puede aumentar la vulnerabilidad a la ansiedad y la depresión así como contribuir a la infertilidad y acelerar el proceso del envejecimiento. Los individuos con relaciones conflictivas que duran mucho tiempo, según estudios recientes, tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades y demuestran un enlentecimiento en las cicatrizaciones de ciertas heridas.
El aumento de secreción de cortisol en el cuerpo humano durante una situación de estrés afecta el sistema inmunológico considerablemente debido a la prevención de la producción de citokinas (moléculas encargadas de dar señales a las células defensoras de nuestro cuerpo y de nuestro sistema inmunológico). Por eso es muy importante reducir el estrés evitando en lo posible las situaciones estresantes innecesarias y tomarse el tiempo para momentos agradables y relajantes; así como para las relaciones humanas capaces de ser nutrientes. Los investigadores hallaron que personas con una buena relación sexual y actividades sexuales frecuentes estaban en un estado de salud más ventajosa que aquellos que tenían relaciones sexuales muy esporádicas. Las mascotas en los niños pueden ayudar a desarrollar su sistema inmunológico. Un fuerte vínculo social también puede tener un gran efecto beneficioso en la salud. Para ampliar los vínculos sociales no bastan las redes sociales de internet porque lo necesario es el contacto humano directo. También las ideas y pensamientos positivos pueden darle al sistema inmunológico un boost y es importante saborear los logros personales. Una alimentación rica en vegetales y frutas ayuda a mantener una buena dosis de antioxidantes en el cuerpo para proteger las células contra los radicales libres que son moléculas capaces de dañarlas. Los suplementos vitamínicos que contengan, Vitaminas A, C, D y E y también Selenio, Zinc y Magnesio son importantes para el sistema inmunológico. Mover el cuerpo con ejercicios regulares reduce entre otras cosas el estrés. Por otro lado, un sueño insuficiente puede afectar los recursos capaces de mantener un buen sistema inmunológico. Es recomendable dormir por lo menos 7-9 horas por noche.
*Médico especialista diplomado del Consejo americano de psiquiatría y neurología.