El escolar mimado

Como un pollito que sale del nido, el niño que empieza la etapa escolar a menudo experimenta tanto miedo que no puede dejar de llorar. ¿Es inmaduro? ¿Mamá y papá no lo prepararon? Veamos.

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La licenciada Franca La Carrubba, presidenta de la Sociedad de Psicología del Paraguay, refiere cómo ayudar al escolar inicial que llora inconsolablemente en los primeros días de clase.

–¿Cuáles son los motivos por los que un infante en edad escolar llora?

–Cuando el niño pequeño de 3 o 4 años inicia la escolarización puede llorar por la ansiedad que le produce el cambio de lo que le resultaba habitual y seguro en la casa, y cuanto más pequeño, mayor es la probabilidad de que llore. La causa más frecuente suele ser el temor y la ansiedad ante lo desconocido, personas que no le resultan familiares, al abandono materno, a lugares que son muy grandes.

Es más probable que un niño llore si está muy apegado a la madre, abuela o cuidadora, si es el primer hijo, si socializa muy poco fuera de la casa, si es muy tímido y dependiente, si se lo trata como bebé y sigue manteniendo hábitos de bebé, (como biberón, chupete, trapito, etc.) o si no se le preparó para iniciar la escuela. Otros niños no lloran, pero se resisten a separarse de la madre o a entrar en el aula.

En ocasiones el niño empieza con entusiasmo la escuela, pero después de unos días empiezan los inconvenientes por una mala experiencia con algún compañerito, con la profesora o cuando se le buscó tarde.

–¿Qué ocurre cuando ese llanto es manipulador o acompaña a una rabieta?

–El niño puede utilizar el llanto o rabieta para manipular solo si está acostumbrado a conseguir lo que desea de esa manera, por ejemplo, que le compren algo o que lo lleven donde pide.

–¿Qué deben hacer mamá y papá, la maestra?

–En la casa, explicarle por qué va a la escuela, las actividades que realizarán, motivarles con alegría.

Evitar frases que pueden acentuar la ansiedad como “si llorás mamá se va a poner triste, o te voy a extrañar”. Hacerle conocer el colegio y las dependencias ayuda, y que alguien de la familia se quede en la escuela para darle seguridad. El pequeño se quedará gradualmente en aula a lo largo de la semana: unos minutos, media hora, una hora y luego dos. La profesora lo tendrá cerca y será afectuosa; nunca lo dejen en la escuela llorando. Evitar mentirle: decirle que estarán esperándolo y se van. Ir a buscar al niño siempre antes de la salida.

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