El cerebro enamorado

El Dr. Eugenio Vargas Peña nos conduce por el laberinto del cerebro humano y las nuevas teorías acerca del amor. Su mirada científica estudia y reflexiona, en un ensayo que acaba de publicar y abarca temas de la pareja, el sexo y el genoma humano.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2036

Cargando...

–Usted dice en su libro que “…el amor humano está enlazado y metido en el núcleo de la vibrante cadena helicoidal de DNA”. ¿Cómo llega a dirigir eso nuestra vida?

–Es porque la cadena de DNA constituye el genotipo de la persona y el fenotipo es la expresión de dicho genotipo. En otras palabras, el DNA (genotipo) estructura la función y la forma del ser (su fenotipo). El cerebro tiene –y me manifiesto así solo para facilitar el entendimiento– una especie de “lector” de fenotipo, al cual nosotros no tenemos un acceso consciente. Cuanto más diferente de uno es el fenotipo del otro/a, más fuerte la atracción. Eso impide el sexo entre hermanos y parientes muy cercanos en los humanos, pues los parientes de uno tienen un genotipo similar (homogéneo) y no diferente (heterogéneo) al nuestro.

–¿El genoma humano también está unido al amor y al enamoramiento?

–Claro, toda función biológica y en gran parte el comportamiento, están unidos al genoma. El enamorarse es una función biológica. Son los genes los que tienen la información de qué persona es más apta que otra para engendrar progenie. A este mecanismo lo describo con los conceptos de Backwell y Jennion sobre “el reconocimiento de la pareja” y el sistema compartido de fertilización común en una especie. Y por supuesto, el reconocer la pareja apropiada, evita la unión de genes recesivos responsables de una gama grande de enfermedades hereditarias.

–¿Cómo intervienen los rasgos dominantes del progenitor?

–Los rasgos dominantes son transmisibles y se expresan independientemente a los rasgos no dominantes (recesivos) del otro progenitor. Doy un ejemplo. Si la madre tiene una nariz puntiaguda y este gen expresado en el fenotipo de la madre es dominante, el recesivo (nariz redondeada) del padre, no se expresará cuando estos genes se unan durante la fecundación. Es gracias a este juego genómico de genes dominantes y recesivos que se constituye un nuevo ser y se establecen las diferencias de constitución y de modos de ser de los humanos, con fuerte impronta ambiental. Si no hubiera sido de esta forma, todos seríamos exactamente iguales.

–¿Por qué no se debe pretender que el hombre piense como la mujer y viceversa?

–Doy un ejemplo: en un estudio realizado en la Universidad de Ohio (Mansfield), a los estudiantes de la misma, reportado por Terry Fisher, el hombre piensa en una actividad directa o indirectamente ligada al sexo una vez cada 50 minutos y las mujeres solo 10 veces al día como promedio. Esto podría significar que la mente del hombre se concentra más en necesidades básicas y la de la mujer más en cuestiones realísticas y lógicas. Esa diferencia no solo la dan las hormonas sino que también la constitución hormonal. Este condicionamiento biológico tiene influencia en el pensar, ya que la actividad mental es actividad cerebral.

Intimidades

El Dr. Vargas Peña habló sobre aspectos de la sexualidad en los tiempos que corren, de cómo participan de igual a igual hombres y mujeres.

–¿El coito y el orgasmo tienen un nuevo carácter más humano en el tercer milenio?

–Por supuesto. El coito actualmente es más participativo, en el sentido de que el hombre civilizado se preocupa también del bienestar de la mujer, ya que esta situación tendrá una influencia clave en el mantenimiento de su pareja y viceversa. Segundo, la mujer se expresa más hoy día que antes. Doy un corto ejemplo: en el Hotel del Lago en San Bernardino, he realizado con permiso de Osvaldo Codas y Alejandra Peña, un estudio de más de dos mil quinientos grafitis hallados dentro de los roperos y mesas de luz como recuerdos de las miles de lunas de miel que se llevaron a cabo desde 1904 a 1950. Estos escritos breves lo garabatearon solamente hombres. Después de 1950, las mujeres lo hacen también y son mucho más expresivas que el hombre desde el punto de vista del acto biológico; por lo tanto, el egoísmo y maltrato a que puedan ellas ser sometidas ya no condicen más con la continuidad de la unión. La alianza que sobresale y se mantiene es de igual a igual. Los mismos derechos. Eso es el nuevo milenio en el lecho y jardín de las personas civilizadas.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...