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La patología tiroidea es mucho más frecuente en la mujer que en el hombre.
La doctora Jazmín Vera de Ruffinelli, endocrinóloga, menciona que “la glándula tiroides es un órgano pequeño, en forma de mariposa, situado delante de la tráquea, en la región anterior del cuello. Su funcionamiento depende de un adecuado aporte de yodo en la alimentación y de la acción de la hipófisis, que está ubicada en el cerebro”.
Para entenderlo mejor, la doctora añade que “el papel de la tiroides consiste en producir hormonas esenciales para el metabolismo en general, fundamentales para el desarrollo neurológico y el crecimiento en los primeros años de vida”.
Una tiroides enferma es aquella que presenta alteraciones en su estructura o su función. “Se expresa con un aumento de tamaño o una significativa disminución de la misma (atrofia). Cuando ella se agranda, por diversos motivos, la llamamos tiroides bociosa (bocio) que puede obedecer a diversas causas.
Síntomas clásicos
La especialista ejemplifica, “cuando la función está disminuida o ausente se denomina hipotiroidismo y ahí la persona está permanentemente desganada, hinchada, con la piel seca, estreñida, con intolerancia al frío, deprimida, con la memoria frágil y el pensamiento lento. Sus análisis pueden mostrar niveles elevados de las grasas en la sangre (colesterol, triglicéridos). La mujer tiende a tener menstruaciones abundantes”.
Por el contrario, si la función está aumentada, el hipertiroidismo, “se observa hiperactividad, nerviosismo, insomnio, llanto fácil, y a veces cuadros psiquiátricos severos. Hay pérdida de peso, sudoración excesiva, palpitaciones, debilidad muscular y diarrea”, según explica.
En la forma asintomática, “el diagnóstico se hace con una historia clínica inducida y los estudios laboratoriales o de imágenes (niveles hormonales alterados en sangre, ecografía y gammagrafía de tiroides”.
Medicina nuclear
El doctor Carlos Laterza, radiólogo, especialista en medicina nuclear, refiere que “la medicina nuclear se utiliza desde hace tiempo en el estudio y tratamiento de las enfermedades tiroideas. Actualmente su uso más frecuente es en el tratamiento del hipertiroidismo y del cáncer de tiroides. Para esto se utiliza una sustancia que se llama iodo 131”.
Según el radiólogo, el principio es sencillo. “La tiroides asimila el iodo radiactivo que le administramos al paciente por la boca (el paciente bebe). La radiación del iodo destruye a la célula tiroidea y el paciente se cura”.
Tranquiliza el especialista en medicina nuclear: “Es un procedimiento sencillo pero como la sustancia es radiactiva necesitamos algunos cuidados para no contaminar al ambiente y a la familia. Se realiza en un centro especializado y no es necesario habitualmente internar a los pacientes”.
El doctor Laterza subraya que “son procedimientos que raramente presentan complicaciones y solo excepcionalmente alergias. La única verdadera limitante es no realizar el procedimiento en embarazadas para evitar irradiar al bebé en gestación”.
El experto señala que “en el caso del hipertiroidismo es un procedimiento curativo que evita la cirugía en muchos casos. En el cáncer de tiroides no se utiliza en todos los casos pero cuando está indicada tiene una enorme efectividad”.