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El licenciado Gustavo Piñeiro, psicólogo clínico, afirma que “el sufrimiento está directamente relacionado con el tipo de temperamento que tiene la persona, que es finalmente el aspecto cerebral que va a dar lugar a la respuesta emocional. Por ende, no habría una distinción de sexo para la respuesta emocional, sino que la distinción estará vinculada al carácter que tenga el individuo”.
Algunas personas experimentan un auténtico abandono, una tristeza que les impide comer, cuidarse y hasta concentrarse. “Nosotros los humanos, tenemos tres cerebros vinculados entre sí: uno que maneja los instintos, otro que maneja la parte emocional y el más sofisticado es el que maneja todo lo relacionado al razonamiento”, asegura el profesional.
Y ejemplifica, “cuando una persona está enamorada o está pasando el duelo del desamor, el cerebro emocional puede anular los otros cerebros, por lo tanto, podría dejar de comer y descuidarse en general”.
Se puede pensar que el desamor afecta más en la edad adolescente. Sin embargo, “el nivel del sufrimiento es difícil de medir porque cada edad tiene diferentes aspectos de la vida. Y en ese sentido podríamos decir que un adulto mayor va a sufrir una pérdida con un significado más profundo pero quizás con menos dramatismo y superficialidad”, apunta el psicólogo.
Se piensa en un nosotros y en que una persona es dueña de otra. “La dependencia emocional puede provocar la posesión del objeto querido o amado. Esta conexión exacerbada puede deberse a la pobre autoestima y al bajo nivel de tolerancia a la frustración, también llamado resiliencia”.
En tiempos en que los productos y pensamientos son cada vez más efímeros, el licenciado Piñeiro destaca: “estamos viviendo una época en que se busca la autosatisfacción inmediata. Es seguramente provocado para vender felicidad por formas diversas que apelan a los instintos y las emociones. El amor también se ve afectado y pasa a ser un producto más dentro de la oferta y la demanda”, finaliza.