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Para saber de qué se trata esta tecnología conversamos con la doctora Nancy Garay, especialista en cardiología pediátrica.
“El corazón artificial es un dispositivo que se conecta al aparato cardiovascular y que suple la función del órgano vital de bombear sangre cuando este pierde la capacidad de realizar el trabajo de forma eficiente”, explica la galena.
Según la profesional, es un recurso extremo al cual se recurre cuando hay una falla en el sistema circulatorio y la vida del paciente corre peligro. “El mecanismo solo puede ser colocado en una unidad de cuidados intensivos con personal altamente calificado y con vasta trayectoria en cirugía cardiovascular”, expresa.
Con franqueza, la médica dice que no se trata de una solución a los problemas que aqueja al paciente. “La persona no estará eternamente con el aparato. Su duración es variable, de corto a mediano plazo, de semanas a algunos meses, mientras se aguarda la aparición de un donante”, afirma.
Para la operación y la colocación se necesita personal capacitado. En el Hospital Acosta Ñu, donde ella es jefa del área de Cardiología, existe un grupo específico con experiencia en el tratamiento de problemas cardiovasculares y especialistas en terapia intensiva que se encargan del cuidado y la atención de personas con este tipo de dolencia.
Según menciona la facultativa, la normalidad se recupera, en parte, con la instalación de este dispositivo. “Durante la utilización de esta tecnología, el estado del aquejado es confortable, se acostumbra al uso, pero no puede dejar el hospital ya que se trata de un aparato que necesita siempre algunos ajustes, como el recambio de baterías. Y si surge un inconveniente, el médico debe actuar inmediatamente”.
Mientras el paciente lleve consigo el corazón mecánico, puede ingerir alimento por vía oral, bañarse, pero dentro del espacio hospitalario.