Existen opciones terapéuticas disponibles para el control del dolor en los adultos mayores que pueden diferir de las que se puede indicar en un paciente joven, debido a que los pacientes mayores pueden tener una mayor sensibilidad a los fármacos ya que muchas veces presentan varias enfermedades concomitantes. Y por consiguiente están polimedicados, con un alto riesgo de efectos adversos. Por otra parte, en los pacientes mayores, la falta de estado físico, la inactividad e inmovilidad contribuyen en gran medida al incremento del dolor.
Una vez hecho el diagnóstico del dolor, se debe realizar un tratamiento individualizado considerando lo anteriormente comentado, que puede incluir los analgésicos como el paracetamol, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), los fármacos opioides, los antidepresivos, entre otros.
En resumen, debe ser un tratamiento específico para cada tipo de dolor y para cada paciente. Será importante acompañar a la terapia farmacológica con una terapia física como la rehabilitación cuando esta amerite.
Recuerde que el dolor, sobre todo en las articulaciones, empeora con el frío. Esto se produce debido a que los tendones y las fibras musculares están más contraídas que de costumbre a causa del frío, lo que obliga a que las articulaciones también se presenten más rígidas. Este dolor en las articulaciones empeora si tenemos una lesión anterior, como artrosis o antecedentes de fracturas óseas. Por todo esto es recomendable realizar ejercicios para mejorar la movilidad articular.
La descalcificación de los huesos que se suele observar en las personas mayores, sobre todo en las mujeres posmenopáusicas, está en relación con diferentes factores que influyen en el desarrollo y en la calidad del hueso. Para alcanzar una masa ósea adecuada y prevenir en gran parte la osteoporosis en la edad adulta, es importante el consumo de calcio en la juventud.
La desnutrición, la mala alimentación, la falta de ejercicio físico y la administración de algunos fármacos también pueden contribuir a la aparición de esta fragilidad ósea, sobre todo en mujeres posmenopáusicas, en quienes los cambios hormonales pueden favorecer aún más la osteoporosis.
Se evitará la automedicación por los efectos colaterales de algunos fármacos destinados al tratamiento del dolor.
(*) Especialista en reumatología, de la Universidad Autónoma de Barcelona. PhD en medicina interna.
dr.acostacolman@gmail.com