Comportamiento amanerado en la infancia

Habitualmente, en los primeros grados de la escuela hay algunos chicos a los que se les tienta porque hablan despacio, se tapan la boca cuando se ríen, no les gusta jugar al fútbol y se aterrorizan si los empujan. "No seas maricón", le dicen sus compañeros. En resumen, resulta que hacen pocos amigos y gradualmente van quedando al margen del mundo en el que debieran crecer y socializar.

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En el caso de las mujeres ocurre algo parecido cuando se detecta a una niña "machona", que generalmente puede describirse como la niña agresiva, que pega, pisotea y grita agrediendo a sus compañeras que huyen asustadas.

Situaciones como las anteriores, en que un niño es rechazado por una presunta desviación sexual, son escasas, pero preocupantes, más aun a una edad en que se reafirma socialmente la identidad sexual. Sobre todo porque el resultado suele ser el mismo: el aislamiento.

En casi todos los casos como los descritos se trata únicamente de una falsa representación de sí mismos, debido a un modo de comportamiento, que puede ser escape a los patrones clásicos de masculinidad o feminidad. Pero los padres deben preocuparse para que esos modos y gestos no terminen por estigmatizar a su hijo ni tampoco lo confundan y llegue a cuestionar su masculinidad o feminidad. Sobre todo cuando la televisión y el cine muestran imágenes de seres asexuados y presentan el homosexualismo como una opción.

Hay niños muy masculinos y niñas muy femeninas desde los primeros momentos de su vida. Se reconocen en ese niño tipo "amantes del peligro", que se sube a todos los árboles o que quiere su pelota de fútbol más que a su vida, y en la niñita que solo quiere usar vestidos y le encanta acurrucar a sus muñecas. Otros, no. Pero, según los expertos, eso no significa mayor masculinidad o feminidad, sino que pueden reflejar más pasividad o actividad.

Sin embargo, los compañeros de un niño más pasivo o de una niña más activa no están al tanto de estas teorías. Para ellos, su mundo se basa en cosas concretas y en modelos de "hombres o mujeres". La ambigüedad los angustia y por eso la rechazan.

Por su parte, el niño o niña que es rechazado tiende a aislarse. Puede llegar a convencerse que es distinto y caer en una desviación sexual que luego lo hará sufrir mucho en su vida adulta. La única forma de evitar que un hijo quede estigmatizado es que su familia le dé un patrón de sana identidad sexual. Y que además le corrijan con prudencia, comportamientos que chocan en su medio: modos, formas de expresarse, etc.

LA FAMILIA COMO REFERENTE DE LA SANA IDENTIDAD SEXUAL

Un niño pequeño define su identidad sexual en relación al padre del mismo sexo y toma conciencia de su definición sexual muy tempranamente. Como se es hombre o mujer desde el principio, en una familia en la que existe equilibrio entre el padre y la madre la identificación se da en forma natural, sin que haya que hacer un esfuerzo especial. Igualmente, si en ausencia de uno de ellos se presenta con claridad un referente masculino o femenino en la figura de un abuelo, una tía o hermanos mayores.

El problema surge cuando en una familia hay desequilibrios como una mala relación entre los padres: una madre que descalifica a su marido, no entrega una imagen paterna fuerte y admirable e impide que su hijo se identifique con él. Un hombre que no respeta a su mujer, puede llevar a su hijo a depender excesivamente de la madre y a identificarse con ella porque solidariza con quien es víctima.

EDUCAR A LOS HIJOS CON UNA SANA IDENTIDAD SEXUAL

Para educar a los hijos con una sana identidad sexual, hay que tomar en cuenta los siguientes elementos:

1. Un hogar con un padre y una madre presentes, en el que cada uno sirve de modelo de su propio sexo, es importante para la constitución de la identidad sexual.

2. Hay que educar a los hijos en la igualdad -entre hombre y mujeres-, pero también en las diferencias. Igualdad de derechos y oportunidades, pero diferencia de talentos.

3. Inculcar que no es que haya actividades propiamente masculinas o femeninas, sino que formas de hacerlas. Un niño jugará con una muñeca, pero la transformará en un héroe de acción; en cambio para una niña será su hija a la que le cantará canciones de cuna.

4. Resaltar que la feminidad es un tesoro, y hay que cuidarla. La madre con su ejemplo -en cómo se viste y se comporta- tiene que mostrar a su hija la esencia de la feminidad.

5. Un padre nunca debe dudar de la masculinidad de un hijo. Un niño con rasgos más femeninos necesita tener una buena relación con su padre para poder imitarlo. Pero si su padre lo ridiculiza o pone en duda su masculinidad, puede sentir aversión por el modelo paterno.

6. Adoptar una actitud vigilante frente a la televisión, en la que se presentan conductas sexuales desviadas como una opción más, con la mayor naturalidad. Cualquier desarmonía en la conducta sexual es una patología. Por lo tanto, es falso describirla como algo normal. Lo mismo frente a los intentos culturales por borrar toda diferencia entre hombres.
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