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La Dra. Gina Montalbetti, oftalmóloga, explica que “el pterigion consiste en un tejido fibrovascular, de crecimiento benigno, en forma triangular que crece sobre la conjuntiva avanzando hacia la córnea (superficie anterior y transparente del ojo). Es una zona elevada blanquecina en el borde interno y externo de la córnea. Es indoloro y los síntomas dependen principalmente del tamaño de la lesión. Los más pequeños pueden ser asintomáticos, pero a medida que crecen pueden generar molestias en la superficie del ojo como: ojo rojo, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño y fotofobia”.
Pero la profesional médica advierte que en casos muy severos “la visión puede llegar a comprometerse al generarse astigmatismo y al recubrir áreas mayores de la córnea”.
Advierte que el principal factor de riesgo para desarrollar un pterigion es la exposición solar y la sequedad, por esto ocurre en la zona interpalpebral.
Pero además nombra otras causas: “pueden ser por microtraumatismos por arena, viento y polvo. Por eso las personas que trabajan al aire libre son las más frecuentemente afectadas. La prevalencia aumenta con la edad, es más frecuente entre los 20 y 40 años”.
Según la oftalmóloga, “las lesiones pequeñas no requieren tratamiento y son manejadas con colirios lubricantes, mientras que los casos más avanzados se tratan mediante extirpación quirúrgica”.
La cirugía
El Dr. Juan Carlos Ginés, oftalmólogo, menciona que “cuando este tejido se inflama con frecuencia se enrojece, se hincha y molesta al paciente, se crea un círculo vicioso y al alterarse anatómicamente se produce el parpadeo frecuente, que sigue traumatizando el área”.
Afirma que existe otra situación, “cuando el pterigion crece y cubre un área importante de la córnea con lo cual la calidad visual disminuye. El tercer caso es cuando el pterigion impresiona, por ser una tumoración de la superficie ocular; ahí se hace una escisión y el anatomopatólogo confirma la sospecha diagnóstica”.
Con respecto a la edad el aspecto negativo, según el especialista, es que “la tasa de recidiva o sea de que luego de operarse vuelva a parecer es más alta mientras más joven sea el paciente intervenido”.
En cuanto a la localización y el compromiso de la superficie y el área de la córnea involucrada, recuerda que “este tipo de cirugías puede dejar una cicatriz en la base de la lesión. Lo que significa que si llegó al centro de la córnea existe la posibilidad de que el paciente luego de la cirugía quede con una cicatriz –que conocemos como “leucoma” o “nubécula”– lo cual afectará negativamente la calidad visual. Como si el parabrisas del coche tuviera en el centro mismo un defecto”.
El Dr. Ginés destaca que “un paciente con un pterigion que haya sobrepasado la línea media de la córnea no podrá ver con ese ojo hasta que se realice su extirpación”.