Cáncer de próstata previsible

En nuestro país, el cáncer de próstata es una de las neoplasias más frecuentes en el hombre. Siendo aun una enfermedad previsible, es la segunda causa de muerte, después del cáncer pulmonar. Es importante saber que esta enfermedad puede ser detectada precozmente gracias a estudios en la sangre a partir de los 50 años.

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El cáncer prostático es una enfermedad eminentemente hormonodependiente, y aumenta su incidencia con la edad; de ahí la importancia de los controles, de ser posible anuales, debido a que no siempre se acompaña de síntomas urinarios; en ocasiones puede ser confuso. Los estudios en sangre consisten en dosificar un marcador del funcionamiento prostático conocido como PSA (siglas de Prostate specific antigen, es decir, antígeno prostático específico. El cáncer prostático es una de las neoplasias con el privilegio de contar con un marcador tumoral muy específico, pudiendo mediante esto realizarse una detección muy temprana. Cuando existe sospecha de esta enfermedad, es importante la realización de una ecografía transrectal, acompañado de un tactorectal por el urólogo. Estos procedimientos deben ser de rutina cuando el PSA está alterado, sobre todo cuando su elevación es progresiva y no muy elevada. El diagnóstico definitivo se realiza mediante una biopsia transrectal, que obtiene tejido de la glándula prostática para un estudio histológico. El adenocarcinoma prostático es el más frecuente, y tiene sus grados, que están dados por unos puntajes llamado Gleason, que van del 1 al 10. La suma de los puntos son muy importantes, ya que esto define el pronóstico y el tratamiento de los pacientes. Por ejemplo, un puntaje Gleason del 3 al 6 se considera de bajo grado y, por ende, de buen pronóstico, del 6 al 7 de grado intermedio, y del 8 al 10, de alto grado y de mal pronóstico.

Una vez hecho el diagnóstico del cáncer prostático es de suma importancia realizar un chequeo local, así como de extensión de la enfermedad a distancia. Esto se obtiene mediante imágenes como una tomografía, resonancia, centellograma óseo, pet scan. El tratamiento se plantea acorde a la estatificación clínica del paciente, pudiendo ser cirugía, radioterapia, bloqueos hormonales, quimioterapias y terapias blancos. Considerando que esta enfermedad es hormonodependiente, el bloqueo hormonal es un arma fundamental para frenar el crecimiento y la propagación de las células neoplásicas. Por otro lado, el tratamiento local puede ser quirúrgico o radiante; eso ya dependería de la etapa local en que se encuentra la enfermedad. La utilización de la quimioterapia está destinada más bien a pacientes que se encuentran en progresión de la enfermedad y sin respuesta a los bloqueos hormonales. En estos casos hablamos de pacientes hormonorresistentes. El uso de la radioterapia tiene una amplia aplicación, ya que puede ser utilizada en diferentes etapas del cáncer, localmente, y también en las metástasis, sobre todo óseas, que suelen ser muy dolorosas, aliviando así rápidamente el dolor y mejorando la calidad de vida de los pacientes. Por último las terapias blancos son tratamientos moleculares que consisten en terapias dirigidas a las células cancerosas sin destruir células sanas, actualmente es lo último que disponemos para combatir la enfermedad generalizada que ha fracasado a todo tratamiento.

Palabras clave: cuide su próstata. 

* Oncólogo radioterapeuta

rubenestiga@gmail.com

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