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La licenciada Teresita Mansilla, fonoaudióloga y terapista auditivo verbal certificada, recientemente fue invitada a formar parte del equipo profesional voluntario del Curso de verano de la John Tracy Clinic, en Los Angeles, California. Aquí aborda la detección temprana de problemas de audición en bebés.
–¿En qué momento los padres pueden empezar a sospechar si el bebé tiene problemas de audición?
–Hoy sabemos que un bebé aún antes de nacer puede reaccionar a estímulos auditivos de determinada intensidad. Es difícil hablar de un momento cronológico exacto y considerarlo como el punto de partida para iniciar la sospecha.
Desde el mismo momento del nacimiento, una mamá ya puede advertir respuestas en su bebé que le indiquen que reacciona a estímulos auditivos. Cambios en la intensidad del llanto, en el ritmo de la succión y movimientos reflejos que ocurren ante la presencia de un sonido son indicadores importantes de que un bebé esta escuchando, o reaccionando a los sonidos.
Es importante tener en cuenta que en las primeras semanas de vida, un bebé reacciona a estímulos de mayor intensidad, dado que viene de un medio ruidoso (la panza de la mamá), y sonidos más débiles no le llaman la atención. Pero a partir del primer mes de vida o a veces antes, ya va reaccionando a sonidos menos intensos y esas reacciones son más notorias.
Durante el primer mes de vida, la mamá debe estar atenta a descubrir la primera de las habilidades auditivas, que es detectar los sonidos, no solo aquellos que ocurren en el ambiente, sino los del habla. El habla también es un sonido y está cargado de cualidades acústicas. Desarrollar esta habilidad es fundamental y precede a las siguientes, que son superiores y tienen que ver con la interpretación y el reconocimiento de esos sonidos. Este es el punto donde se apoya el desarrollo del lenguaje.
–Si detecta algún problema, ¿qué es lo mejor que debe hacer?
–Los diagnósticos de pérdida auditiva son muy variados. Van desde problemas leves hasta muy graves, por lo tanto las intervenciones son también diferentes. Hay problemas que afectan al oído externo y medio, y la solución es estrictamente médica. Hay otros problemas del oído interno, y que si bien no tienen solución con tratamientos médicos, estos pueden ser tratados con amplificación protésica, o implantes cocleares en los casos de pérdidas auditivas severas.
Pero en el caso de los niños, no solo hay que estar atento a la audición, sino al desarrollo en general. La audición es la puerta de entrada al desarrollo del lenguaje. Determinar el diagnóstico con un equipo multidisciplinario lo más tempranamente posible es ideal.
–¿Cuáles son los tratamientos más modernos a los que el niño puede acceder en nuestro país?
–Los casos de pérdidas auditivas, que requieren intervención protésica, a nivel privado en Paraguay pueden acceder a tecnología muy sofisticada, tanto en audífonos como en implantes cocleares. Desde el diagnóstico hasta la intervención, manejamos protocolos similares a otros países. El problema más importante a nivel público es que los programas nacionales de diagnóstico e intervención son limitados y hasta ausentes. Lamentablemente hablamos de tecnología costosa a nivel mundial, y que no termina en una intervención quirúrgica como en el caso de los implantes cocleares. Necesita de todo un seguimiento posterior indispensable, para obtener resultados exitosos.
Alertas
La licenciada Mansilla sugiere que cuando una mamá tiene dudas acerca de la calidad de las respuestas de su bebé, debe consultar inmediatamente con su pediatra.
* Existen pruebas objetivas, no invasivas, que se realizan desde las primeras horas de nacido el bebé, que alertan acerca de la integridad del sistema auditivo. Estas son las otoemisiones acústicas, que si bien no nos informa en términos de cantidad acerca de la audición, el hecho de que un bebé no pase la prueba es un indicio para empezar a observar e investigar con mayor profundidad.
* La pérdida auditiva cuanto más severa se presente va a incidir en la aparición y desarrollo del lenguaje. Este es fundamental para el progreso de otras funciones cognitivas superiores, importantes para el aprendizaje y el desarrollo.