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Hay dos grandes tipos de accidentes cerebro-vasculares: los isquémicos, por disminución total o parcial del aporte sanguíneo durante un tiempo variable, entre los cuales los mecanismos más habituales son la trombosis y la embolia. Por otra parte suceden accidentes hemorrágicos, que son el resultado de la entrada de sangre en el interior del cerebro por la rotura de un vaso. En ambos casos su comienzo suele ser súbito, con cefalea intensa, disminución de conciencia y vómitos. Las consecuencias neurológicas y neuropsicológicas permanentes o transitorias dependerán del tipo de lesión, de la zona afectada y de la rapidez de su abordaje. La Lic. Mgter. Natalia Martínez Bruyn (*) ejemplifica cómo se realiza el tratamiento.
–¿Cuál es el objetivo del tratamiento para un paciente que tuvo ACV con parálisis y problemas en el habla?
–Además de la terapia física, el paciente necesita acercarse a un neuropsicólogo o a un especialista en el funcionamiento cerebral. Este profesional debe considerar en su historia clínica todos los estudios realizados y a partir de un proceso de evaluación neuropsicológica determinar el origen de su dificultad y el curso del tratamiento a seguir. Es muy frecuente la presencia de una alteración del habla o lenguaje a la que llamamos afasia. Cuando en la clínica neuropsicológica observamos en el paciente incapacidad para emitir palabras fluidamente, para construir oraciones y la repetición de palabras en forma constante, hablamos de una afasia motora eferente, según la clasificación de A.R. Luria. El objetivo más importante del tratamiento en estos casos es que las personas logren superar su dificultad y recuperar su autonomía personal, a través de actividades correctamente dirigidas. Este es un proceso largo que puede durar desde seis meses hasta un año.
–¿Cómo se puede tratar neuropsicológicamente este tipo de secuelas de un ACV?
–La sugerencia terapéutica es vencer la “inercia patológica” (que es el defecto central de esta dificultad) y la repetición pasiva de series articulatorias (melódicas y sostenidas). Para ello se trabaja, entre otras herramientas terapéuticas, con el completamiento de frases, el uso de poemas y canciones. Una vez alcanzado este grado de recuperación, el tratamiento se dirige a restablecer la pronunciación activa de palabras sueltas (sustantivos, adjetivos, adverbios). Por último, se busca superar el agramatismo (lenguaje telegráfico), la efectividad en la recuperación de palabras que expresen acciones.
Sin secuelas aparentes
Cuando la persona que tuvo un accidente cerebro-vascular no tiene secuelas en forma aparente se aconseja:
* Realizarse una evaluación neuropsicológica fina y detallada apenas se encuentre clínicamente estable para descartar cualquier posible alteración en el funcionamiento cerebral (lenguaje, memoria, razonamiento, etc.).
* Un especialista en rehabilitación neuropsicológica o neurocognitiva colaborará para la reorganización adecuada de sus sistemas funcionales cerebrales. Evitará que el sujeto se encuentre con impedimentos que afecten a mediano o largo plazo su situación social o laboral.
* Estos pasos ayudarán a que el paciente no sufra estados depresivos o asilamiento innecesarios.
* La presión alta es el principal factor de riesgo para los accidentes cerebro-vasculares.
(*) Licenciada en psicopedagogía, magíster en Diagnóstico y rehabilitación neuropsicológica, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.