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Cabe decir que Bodden, el guardameta hondureño del Sportivo Luqueño, al que luego de debutar lo despidieron por exceso de “fair play” con el rival, no fue el único refuerzo “experimental” que trajo el Chanchón en toda su historia. En el año 2003 aparecieron en el club dos cameruneses: uno llamado Esame y otro de apellido Backar. Este último llamaría un poco la atención, puesto que le haría goles a Cerro y Olimpia en el trascurso del Torneo Clausura de aquel año.
Durante los años de las llamadas “vacas flacas” y hasta comienzos de esta década, Olimpia renovaba su plantel cada fin de campeonato, aunque no con jugadores muy buenos como muchos hinchas recuerdan. Zapata, Machado, Belloso, Danilo Peinado, Ordóñez son solo algunos de los nombres que la muchachada franjeada preferiría olvidar. Actualmente, por lo menos se podría decir que esa época de traer “cualquier cosa” terminó.
Cerro, sin embargo, tampoco se queda atrás. A finales de los 90, el Ciclón incorporó a dos jugadores africanos: William Inganga y Geremi Nijtap. El único recuerdo que se tiene del primero es un gol que le marcó a Presidente Hayes en Tacumbú, mientras que el segundo tuvo mejor suerte, puesto que unos años después aparecería en la plantilla principal del Real Madrid y, posteriormente, en la del Chelsea de Londres, donde terminaría brillando. También jugó por la selección de Camerún.
Entre otros llamados paquetes que los de Barrio Obrero incorporaron, muchos hinchas hasta hoy recuerdan a Campodónico, a Alemano y a Ambrossi, jugadores a los que se los promocionó con bombos y platillos, pero que ni siquiera estuvieron cerca de marcar un gol. El hecho de traer fútbolistas extranjeros desconocidos es prácticamente una característica de nuestro balompié. ¿Tan poco confiamos en los “cracks” nacionales?
Por Rubén Montiel (20 años)