Vigorexia, obsesión del cuerpo musculoso

Hay jóvenes que por comer dos lechuguitas al día van a quemar esas “calorías” en el gym. Es tanta la obsesión de algunas personas que para disminuir las grasas de alimentos permanecen más de dos horas en el gimnasio, tratando de conseguir un cuerpo musculoso. Realizar ejercicios físicos es saludable pero tener la manía de levantar pesas sin descanso, ya es indicio de un trastorno psíquico.

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Bajar unos kilitos quizás sea fácil, pero no se debe exagerar eliminando ciertos nutrientes que sirven para el buen funcionamiento del cuerpo. Se puso tan de moda lucir el físico bien musculoso y creer que una “vida sana” significa dedicar el mayor tiempo del día cargando pesas. Esta tendencia sería capaz de producir un desorden psíquico denominado vigorexia que asocia: belleza corporal y aumento de masa muscular.

La vigorexia –al igual que la anorexia– se caracteriza por la distorsión de imagen corporal que afecta tanto a mujeres como hombres. Las señales notorias que presenta una persona que padece esta enfermedad son: la obsesión por adquirir un cuerpo musculoso para la aceptación social, la baja autoestima, el entrenamiento con demasiada dedicación y la adicción a la dieta basada en esteroides.

Para prevenir este desorden físico y psíquico es imprescindible consumir frutas y vegetales en horarios adecuados –logrando así una buena digestión–, tomar líquido todo el día y llevar a cabo actividades que recreen la mente y ejerciten el cuerpo, en espacios abiertos. No obstante, es muy importante saber diferenciar la vigorexia de la práctica de cualquier deporte, ya que los entrenamientos moderados nos benefician.

En consecuencia, si buscás conseguir una mejor calidad de vida, debés aceptar tus limitaciones corporales y tratar de llegar a un equilibrio emocional para verte bien sin descuidar tu salud. Es esencial tener en cuenta que estando horas y horas metido en el gym no llegarás a la felicidad. Por ello, no hagas que los ejercicios pesen en tu vida más que tu actitud y amor propio.

Por Desirée Esquivel (18 años)

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